Candidatura de Gandini

JUAN MARTÍN POSADAS

El diputado Jorge Gandini resolvió proclamarse candidato a la Intendencia de Montevideo. Se ha constituido así en el primer candidato firme en el horizonte electoral. Este hecho merece algunas reflexiones.

Gandini es un político joven pero, a la vez, de larga trayectoria y que ha hecho algo más que calentar el asiento en los cargos que ha ocupado, tanto legislativos como ejecutivos. En suma: tiene antecedentes suficientes para postularse. Pero lo que me parece interesante analizar es la manera como ha concebido su candidatura y comparar con los usos más tradicionales y corrientes de lo que, usando términos botánicos, podría llamarse los procesos de germinación de una candidatura política.

Sucede que, dado que cada cinco años hay elecciones, cada cinco años tiene que haber candidatos: el calendario determina "fechas de entrega", estén o no a punto los aspirantes a participar. Eso lleva al desarrollo de prolegómenos de gestación de uso generalizado: se encaran tanteos, se encargan encuestas, observación de la realidad, estudio de las circunstancias y ponderación de posibilidades. Analizados todos estos elementos y teniendo en cuenta el interjuego de las tendencias y fuerzas partidarias, el candidato a candidato resuelve largarse al ruedo o desiste de hacerlo.

Pero hay momentos políticos especiales: son aquellas coyunturas que permiten (o invitan) a tomar caminos o decisiones singulares que, por eso mismo, encierran promesas de resultados también singulares. En esos casos lo que podrían llamarse los estudios de factibilidad ceden ante un impulso tipo misión. Y aquí está precisamente el aspecto interesante de esta candidatura de Gandini: no es una candidatura que sale como resultado después de un elaborado proceso de cálculos electorales sino que surge y se sustenta en una convicción: la convicción de que se puede resolver el desastre de Montevideo, se puede gobernar o administrar mucho mejor la ciudad y se puede convencer de ello a los montevideanos por encima de fronteras partidarias. Con esa convicción y sin más cálculos ¡vamo arriba!

No me interesa aquí analizar lo que sucede en otros partidos pero meramente como ayuda didáctica para mostrar las diferencias traigo a colación el caso del Frente Amplio. Éste propuso sus candidatos a la Intendencia de Montevideo en función de cálculos y estrategias partidarias. Por eso el candidato fue Ehrlich y no Rosadilla y fue Ana Olivera y no Martínez; no para mejor atención y servicio de los montevideanos sino en atención a un cálculo político interno. Ninguna de las dos gestiones le ha servido a Montevideo (ya que no se constituyeron para ello) y ha llevado a los montevideanos a un razonable hartazgo. En cambio, una candidatura como la que estamos analizando, que surge de una convicción y no de un cálculo, genera un plus de confianza que abre la posibilidad a resultados superiores a lo calculable.

Pero, además, la candidatura de Gandini va a traer consecuencias positivas en otros niveles. Votar por Montevideo -que es la forma correcta de interpretar lo que Gandini propone- alude directamente a un asunto que vengo señalando hace años: el sistema electoral vigente tiene una lógica binaria y quien no la entienda juega a perder. Gandini ha evitado entrar en juridicismos y ha resuelto ofrecer a todos los montevideanos, del color político que sean, una posibilidad sana y práctica para interrumpir la vergüenza de seguir aguantando una ciudad sucia, descuidada, de servicios malos y caros, sin norte, sin planes y sin dirigencia con gónadas para enfrentar sus problemas. Le auguro un gran futuro a la candidatura de Gandini.