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EL ANÁLISIS
El equipo se ha venido abajo y eso es muy notorio. No solo por lo que digan los resultados, si no por los rendimientos individuales.
Se perdió audacia, seguridad en el fondo y vértigo en el ataque. Lo peor es que volvió el temor a fallar. Y eso, en lugar de contribuir para recomponer la manera de jugar y avanzar en las Eliminatorias, puso en marcha una cadena de errores.
Uruguay terminó siendo el más generoso de todos los equipos de la ronda clasificatoria sudamericana. Regalos que disfrutaron muchos para sacar diferencia y pasar a ocupar lugares que en el comienzo les resultaban esquivos.
Pero ya está. No hay vuelta atrás. No hay un botón para rebobinar y poder ganar lo que ya se perdió. En lo único que hay que pensar ahora es los próximos 90 minutos de juego.
Los ojos, el corazón, el esfuerzo mental y físico deben apuntar a un único objetivo: Venezuela.
El reto es posible. Y este propio grupo de jugadores ya demostró que tiene la fuerza suficiente para superar las adversidades más grandes. Tienen que creer en ellos mismos.
¿Y vos qué decís?
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