Punta del Diablo dueño y señor de la noche en la costa atlántica

PUNTA DEL DIABLO | ANDRÉS ROIZEN

Punta del Diablo reordenó la casa y desató la locura en la noche de Rocha. Solucionó, en parte, los problemas con los vecinos, instaló los mejores boliches y recibe a miles de jóvenes a pura fiesta. No hay nadie que le pueda hacer competencia.

Hasta el año pasado había algún que otro problema que lo tenía al Diablo agarrado de la cola y no lo dejaba ser amo y señor de la fiesta en la noche de Rocha. La tensión entre los vecinos y los boliches por los ruidos y los problemas estaba en uno de sus niveles más altos.

Este verano, finalmente, la Intendencia marcó una zona especial para boliches y se ubicaron casi en la entrada del balneario. Están próximos a algunas casas, sí, pero bastante apartados de las zonas que concentran más visitantes.

Esos grandes templos de la fiesta en el verano de Rocha son Bitácora y El Club. Bitácora es el referente del balneario, con más de 15 años de trabajo en la zona. El Club, en cambio, debutó este verano en la noche de Punta del Diablo y, a primera vista, parece haberse coronado campeón de la temporada. Ocupó el lugar que antes tenía Pogo y logró atraer más público que su competidor.

Bitácora es el que está más lejos del centro del balneario y El Club está cerca de un kilómetro antes, yendo desde el corazón de Punta del Diablo. Se alejan al menos dos kilómetros del centro del balneario y, además, desde la calle asfaltada hasta el boliche hay que entrar unos 500 metros por un camino de tierra para llegar a cualquiera de los dos lugares. "Parecería que les dijeron tomen, rompan todo pero solo acá", resume un vecino vinculado a la Liga de Fomento del balneario.

Según dicen, ahora se quejan quienes están instalados en la zona de La Viuda, que ven cómo las calles son pasarelas de borrachos, ven conductores alcoholizados y sufren los ruidos en la noche. Todo producto de un "tire y afloje" de no acabar. Unos quieren descansar, otros divertirse y a otros les sirve vender a esos miles que llegan por pocos días en enero.

MARATÓN. Punta del Diablo le marca al joven que llega en busca de fiestas y diversión una rutina por demás exigente con actividades y pasos a seguir.

En la playa empieza todo. En la tarde ya hay ambiente de amigos, música, algo de baile y tragos y luego hay poco tiempo para descansar, comer y arreglarse. La cita es a partir de la 1 de la madrugada en la Avenida de los Pescadores, la arteria central del Diablo. Ahí se recorre un poco la calle, hay bandas en los distintos boliches y el ambiente es perfecto para empezar a charlar y tomar algo. Luego, ya sobre las 2 la reunión es en la calle paralela de la avenida central. En un rincón junto a la playa se agrupan varios boliches montevideanos: Primata, Barzón y también Mamachula. Pasadas las 3 el murmullo le gana a la música (bajan el volumen por los controles de ruidos en esas zonas comerciales) y la gente se impacienta.

Cuando el circuito de la previa no da para más, comienza el éxodo hacia los boliches. Por lo general las entradas están a $ 150 para mujeres y $ 200 para hombres. Algunos locatarios cuentan que los boliches en sus mejores días (cuando hubo bandas invitadas) llegaron a recibir a 8.000 jóvenes.

Bitácora tiene instalaciones de primer nivel, algo que se podría asegurar que en Montevideo no existe. Es un gran local acondicionado para bailar y tiene unos parlantes con una potencia tal que sacuden a quien pasa cerca. Tiene 10 barras. El Club tiene 12 barras y también amplias instalaciones, con pistas con distinta música.

En las afueras de El Club, e igual en Bitácora, hay decenas de vendedores ambulantes: panchos, hamburguesas, brochettes, empanadas y pizzetas son algunas de las cosas que se venden. Marcelo y Papo, que trabajan en un carro de panchos, cuentan que los mejores días vendieron 500 panchos ($ 40 cada uno) y que normalmente venden entre 200 y 300.

Las cifras

8.000

Es la cantidad máxima de jóvenes que los boliches llegaron a recibir en sus mejores días, con bandas tocando en vivo.

200

Es el precio en pesos de la entrada para hombres tanto en El Club como en Bitácora. Para mujeres cuesta $150.

Nene Malo y Pitbull a todo volumen

En Punta del Diablo suena mucho la electrónica, sí. Suenan también las cumbias uruguayas, el rock local y el argentino. Suenan los temas más pegadizos del pop en inglés, también, pero a nadie se escucha tanto como al grupo de cumbia argentino Nene Malo y al cantante cubano Pitbull. "Bailan rochas y chetas", "Cómo me gusta la noche" y "Que no pare la fiesta" son algunos de los hits que se han convertido en himnos de este verano en el balneario de Rocha más visitado por jóvenes. La música empieza a sonar temprano en las fiestas que se hacen en las casas, "las previas" y después sigue en el boliche hasta bien entrada la mañana. Los vecinos piden, justamente, que se controle el volumen de la música en las casas, donde está bastante desbordado.