Un momento de íntimo orgullo

Elías Perugino

Cuando se acerca fin de año, abrir la casilla de correo electrónico deja de ser un acto mecánico, desprovisto de sentimientos. Como un chico que espera por Papá Noel, lo abro con la esperanza de encontrar la invitación de El País para participar en su tradicional encuesta. Hace varios años que me honran con esta distinción y siempre es un motivo de íntimo orgullo. Me encanta reflexionar sobre lo que pasó durante el año para armar el equipo ideal. En cierto punto, me provoca el mismo cosquilleo que me recorría el cuerpo cuando era niño y debía elegir a mis compañeros en el campito de la esquina, después de haber ganado el "pan y queso".

Esa misma ilusión embarga a todos los periodistas del continente, hermanados para consagrar a aquellos que sublimaron la pasión por el fútbol con su talento. Esa comunión entre colegas es otra virtud invalorable de la encuesta. Todos nos sentimos parte. Y nos reconforta saber que es el único galardón otorgado exclusivamente por los periodistas. A los protagonistas les sucede algo parecido. Integrar el equipo ideal, ser el mejor jugador o diplomarse como el entrenador más valorado, implica un reconocimiento imperecedero. La importancia que le asignan los deportistas es el mayor elogio hacia la encuesta. Y ese es un tesoro que construimos entre todos.