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Como Aquiles, Usain Bolt es el de los pies ligeros

El 16 de agosto de 2008, el mundo fue testigo de un abuso deportivo en la pista del estadio olímpico de Beijing. Usain Bolt ganó con holgura la prueba reina del atletismo y cubrió los 100 metros en 9,69 segundos, tiempo en el que hasta se dio el lujo de comenzar el festejo en plena carrera.

En un momento miró para los costados y la pista parecía desierta. Aflojó la marcha e incluso así superó el récord mundial. Lo que estaba anunciado como una dura batalla entre Tyson Gay, Asafa Powell y Bolt, terminó en una paliza deportiva brutal.

Las miradas se posaron en él por el resto de los Juegos. Y no defraudó. Cuatro días después de batir un récord mundial, saltó a la pista del Nido de Beijing y corrió 200 metros en 19,30 segundos, dejando otra vez atónitos a 90.000 personas en el estadio y millones más frente a sus televisores.

Bolt se convirtió así en el noveno atleta en conseguir un doblete de oro en los mismos Juegos Olímpicos, logro que no se conseguía desde Los Ángeles 1984 por parte de Carl Lewis. "¡Yo soy el uno!" fue el grito de guerra -más que de festejo- en la vuelta olímpica.

Y tiene razón, es el uno. Así como Aquiles impresionó a los dioses griegos por su velocidad, Bolt ya entró en la historia de los Juegos Olímpicos por ser el hombre de los pies ligeros.

Isinbayeva, una belleza que reina en las alturas

Las cámaras la seguían. Yelena Isinbayeva estaba allí, mirando fíjamente la varilla ubicada a 5,05 metros del piso del Nido de Pájaro de Beijing. Iba por superar su propio récord mundial una vez más; ya lo había hecho 23 veces. Su aliento a sí misma, su concentración, su carrera, su salto. Todo fue seguido en vivo por millones de personas alrededor del mundo.

Y su festejo fue el de todos porque aunque para muchos el salto con garrocha no sea de las disciplinas más atractivas en el mundo del deporte, esta hermosa rusa logró ser el centro de atención.

Tras 11 años de carrera, Isimbayeva se ganó un lugar de privilegio en la historia del deporte. Nació en Volgogrado el 3 de junio de 1982 y a los 15 años pisó por primera vez una pista de atletismo. Hasta ese entonces era una promisoria gimnasta, disciplina que asume la ayuda en cada uno de sus saltos.

Hoy, parece no tener rivales, más que ella misma. Con ella, garrocha en mano, sus rivales sólo competirán por el segundo lugar. Y para desgracias de ellas, Isimbayeva afirmó que piensa seguir en actividad profesional hasta 2013.

En los últimos días del 2008, la rusa fue electa como la mejor deportista del año en una encuesta a nivel mundial de la que participaron atletas y periodistas. Es la reina en las alturas y fue la diosa de los Juegos Olímpicos.

Ovación digital

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