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GUILLERMINA LUZURIAGA
La historia de Juan Manuel Garbarino es una de las tantas de jóvenes que llegan desde el Interior con la meta de triunfar en el básquet de la capital. Hoy, el ayuda de Trouville es la revelación de la Liga Uruguaya.
A pesar que los inicios de este joven de 19 años -importante para el buen momento que vive el rojo de Pocitos- estuvieron en el fútbol, hoy se caracteriza por ser un basquetbolista explosivo, de buenos movimientos y capacidad atlética.
"Mi vida era tranquila, como la de todas las personas del Interior. Iba al liceo, jugaba fútbol y básquet, y pasaba mucho tiempo con mi familia: mi madre Miriam, mi hermana Valentina y dos abuelas maternas", relata Garbarino en el restaurante de Trouville.
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Los inicios estuvieron en un arco de fútbol. "Empecé como golero en los clubes Laureles y Fray Bentos. A los 9 o 10 años me dijeron que para trabajar los reflejos y para poder agarrar mejor la pelota debía practicar algo de basquetbol". Y lo que se inició como complemento terminó en vocación y pasión.
"Cuando conocí el básquet lo que me atrapó fue el dinamismo", explicó el base que se inició en los pre minis de Nacional.
"Dejé de jugar un año y medio y retomé con los cadetes de 18 de Julio, que tenía una cancha abierta, era un club más de barrio. Cuando se desafilió quedé libre y como había jugado contra Anastasia y en una selección del departamento, me llamaron y enganché, defendí al equipo en la Liga 2005".
Luego de alternar en el Primero de Anastasia, el representante Claudio Pereira se contactó con él. "Me dijo que me iba a traer a Montevideo, pero yo ni bola. A los cinco meses me llamó para que viniera a probarme y me quisieron de Trouville, que hoy en día es mi casa. Al club le estoy 100% agradecido, supo arroparme bien", puntualizó.
Pero como en casos similares, el cambio de una ciudad pequeña a la capital se hace sentir. "Esto es totalmente diferente. Pasé de un pueblo chico en el que se respira tranquilidad y en el que conocés a todos, a Montevideo. Cuando llegué por costumbre saludaba a todo el mundo y acá me miraban como diciendo: `¡este canario!`", explicó Garbarino con cierta timidez.
"A Fray Bentos voy seguido, pero vuelvo con lágrimas en los ojos. No lo cambio por nada, pero sé que mi futuro está acá. Con la promoción que está teniendo la Liga, en mi pueblo muchos me reconocen. A la gente le atrae por la dinámica".
El primer año de residencia lejos de su familia lo pasó con sus coterráneos Martín Aguilera y Miguel Barriola (por aquel entonces en la institución de la calle Chucarro). "Viví en una pieza del fondo del gimnasio, ahora estoy en transición, por irme con mi novia".
Garbarino, quien atraviesa su tercer año como profesional, no dejó los estudios de lado. "Estoy preparando tres exámenes que me quedan de sexto (Derecho) para terminar el liceo. Ojalá pueda seguir, estoy viendo algo que pueda complementar con el básquet. El ejemplo que tengo es Matías Lado. El guacho es un fenómeno, se reparte los tiempos para jugar, estudiar y trabajar. Seguirlo sería el ideal", reveló Juan, apodado "Lechiturri" por sus compañeros de plantel.
"Soy un agradecido a la vida. Encontrar en el Metro un equipo como Olivol Mundial, que me dio la oportunidad de jugar y tiene una gente espléndida que todavía me sigue alentando, fue importante. Ahora estar jugando en Trouville es increíble. Sé que tengo toda la confianza del equipo y de mis compañeros; soy consciente que la chance que me está dando el `Yayo` (Alejandro González, técnico) no se le da a muchos, incluso siendo titular en algunos partidos de un club importante como éste. Traté de responderle y creo que lo estoy haciendo bien". Así cumplió su primer objetivo, que era jugar en Montevideo.
Y los ejercicios fuera de horario le han jugado una buena pasada. "Soy de entrenar mucho. Creo que el lugar que hoy tengo es resultado de ello. Generalmente me quedo con `Cocochito` (Nicolás Álvarez) y Martín (Aguilera) trabajando en nuestras carencias". Además, en un plantel con jugadores experientes se sacan buenos consejos. "Compartir vestuario con Marcel (Bouzout) y Juliano Rivera es increíble. Siempre tienen anécdotas con las que generalmente me siento identificado. Son una referencia".
Garbarino prefiere tener los pies sobre la tierra. "Soy de plantearme metas cortas. Siendo realista y sin irme a sueños, lo más lindo que podría pasarme sería vestir la camiseta de la selección. Tengo millones de cosas para corregir, pero en el momento en el que esté preparado me encantaría jugar por Uruguay". Por ahora fue llamado para una preselección hace varios años atrás.
"Yayo", su actual entrenador, destacó: "Lo primero es que se ganó la opción a jugar en base a trabajo, sacrificio, entrenamiento individualizado y las muchas horas que pone fuera de la práctica. Y cuando entró rindió. Muchas veces se dan las chances y los jugadores no concretan. Juan invierte, tiene mentalidad profesional y está maduro para su edad".
Fernández dirigió a Garbarino en la pasada temporada del Metropolitano en Olivol Mundial. El entrenador le dio minutos y el fraybentino los aprovechó. "Juan explotó con nosotros, pero ya lo traía todo. Tiene mucho talento ofensivo, juega bien y muy fuerte. Lo pude ayudar un poco en el trabajo defensivo, pero todo lo demás ya lo tenía incorporado".
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