|
|
Copa
JORGE SAVIA
Peñarol salió a la cancha en medio de una euforia tremenda e iluminado por una cohetería y un lanzamiento de fuegos artificiales tan espectaculares como impropios del momento futbolístico por el que el equipo aurinegro atraviesa actualmente.
Minutos más tarde, titulares y suplentes hicieron un giro completo portando dos pancartas con sendos textos de aliento para Carolina y la familia Morena, como consecuencia del accidente sufrido por una de las hijas del fenomenal goleador de los años 70 y 80.
Todo muy emotivo. Conmovedor, realmente. Pero duró poco, lamentablemente. Porque después llegó el fútbol. Entonces, la ilusión de Peñarol duró casi lo que un lirio. No más de un par de atajadas -más "para la foto" que otra cosa- del arquero Bobadilla ante un remate lejano de Richard Núñez y un cabezazo cruzado pero suave de Bueno.
![]() |
![]() |
Es que lo que vino después fue la realidad. Más de lo mismo. Concretamente: un Peñarol que no llega arriba por afuera; que busca siempre -ya sea por arriba o por abajo- con pelotazos o pases frontales a Franco y al artiguense; que, aparte, está saliendo recién de los trabajos de pretemporada y está duro, tosco, sin fineza ni física ni técnica: y que, tal vez como consecuencia de lo último, carece de la única herramienta que, aún sin desbordar por los laterales, es capaz de abrir la defensa de sus oponentes: la capacidad de manejo de Núñez y Pacheco.
Así, entonces, era imposible que los aurinegros vencieran al Independiente Medellín por al menos cuatro goles de diferencia. Más aún ante un rival que tuvo un arquero que cada vez que el local -fundamentalmente en el complemento- consiguió llegar por mera insistencia, realizó atajadas estupendas; que puso una pareja de zagueros centrales que frenó y cabeceó "hasta el viento"; y que, como equipo colombiano -malo, regular o bueno- defendió tratando de tener la pelota y, cuando no pudo, haciendo la lógica: dejando pasar el tiempo.
El final, pues, fue el esperado: lejos de la euforia esperanzadora y la cohetería del comienzo, con parte de la hinchada pidiendo "¡que se vayan todos!" o reclamando a sus jugadores que "¡metan huevo!", y lejos de ganar por al menos cuatro goles de diferencia, al extremo de que no pudo meter uno solo siquiera, Peñarol quedó afuera -bah, ni siquiera entró- de la 50a. edición de la Copa Santander Libertadores. Justo esta, que lleva el nombre de Spencer, el extraordinario goleador aurinegro de los años 60.
En ese contexto, pareció ver a Peñarol irse de la cancha con otra pancarta, cuyo texto imaginario decía: "Perdón, Alberto".
5 veces han quedado eliminados los uruguayos en esta fase de la Copa; ninguno ha podido sortearla.
Ovación digital
![]() | ![]() | « volver |
![]() |
El dolor viene con lo imprevisto. Por eso para los hinchas de River que tempranamente abandonaron el estadio mendocino, la ...
Por la novena fecha del Torneo Clausura Malvín se quedó con el punto ante Olimpia tras vencerlo 72 a 62 y mantuvo la tercera ...
Martín Rappaport y Daniel Lacase disputarán hoy, a partir de las 9.00 de la mañana, las finales de caballeros del Campeonato del ...