ANA PAIS
Religión y ciencia: ¿una dicotomía o una alianza? Según el Estudio Mundial de Valores, ante esta histórica pregunta, los uruguayos se vuelcan por la primera opción.
La mitad de los encuestados por Equipos Mori en 2006 opinó que hay que fomentar más la tradición antes que la alta tecnología, y no viceversa.
El obispo de Salto, Pablo Galimberti, interpretó el resultado como un "signo saludable para superar la fractura cultural que muchos alientan enarbolando la bandera de un vaporoso pluralismo". En este sentido, opinó que si las tradiciones son "experiencias, imaginario afectivo, sistema de valores y axiologías a modo de ejes de interpretación del mundo que hacen a la identidad de una persona, familia, grupo social, religión o nación", entonces "es normal que muchos experimenten el impacto de modas que pretenden imponer estilos culturales como `Halloween`".
Por el contrario, el ingeniero Juan Grompone piensa que "la tecnología es el progreso, mientras que la tradición ata el desarrollo de los pueblos".
Él se define como un defensor de la ciencia y tecnología. "Contribuyen a eliminar toda la parte superficial de la religión, la supersticiosa". Luego ejemplificó: "Nadie cree que la Tierra sea el centro del Universo".
Sin embargo, no interfieren "en el fondo de la cuestión". Para Grompone, "el caso más claro es el de la teoría de la evolución. Durante un siglo se la vio como algo contra Dios, hasta que se descubrió que no hay ninguna explicación científica para que exista esa evolución. Entonces se convirtió en un argumento a favor".
Galimberti dijo al respecto: "Es evidente que los avances científicos plantean preguntas al creyente, cultivando una buena dosis de sentido crítico. La fe y la razón no tienen por qué estar enemistadas, al contrario, deben dialogar respetando las respectivas autonomías, porque la verdad es una sola".
(Des)Equilibrios. El 51% de los encuestados afirmaron tener tiempos de rezo, meditación, contemplación o similares. El 48%, dijo que no. Poco más de la mitad declaró haber recibido educación religiosa en sus hogares (56%). Aunque 74% dijo en 2006 que Dios es importante o muy importante en su vida -frente a 64% en 1996- la confianza en la Iglesia bajó de 56% a 51% en 10 años. Además, 54% de los uruguayos contestó que la religión es poco o nada importante, frente a 49% una década atrás.
Este cierto equilibrio entre aquellos que viven según una religión o espiritualidad y los que no, está lejos de lo que sucede en las preguntas sobre ciencia y tecnología.
La mayoría acordó que vuelven las vidas "más saludables, más fáciles y cómodas", que darán "más oportunidades para la próxima generación" y que cambian las formas de vida "demasiado rápido" -aunque "demasiado" no es una palabra con connotaciones positivas-. Lo llamativo es que el 52% estuvo de acuerdo con que "dependemos demasiado de la ciencia y no lo suficiente de la fe".
Para Grompone "la tecnofobia no es propia de los uruguayos sino del ser humano. Tampoco es moderna, porque existe desde hace siglos. No habría que extrañarse de que una sociedad relativamente conservadora como la nuestra la tenga más que otras".
Y continuó: "Lo que le recomiendo a la gente así es que apague la heladera, no mire televisión, no escuche radio y deje de usar la electricidad".
El obispo Galimberti dijo que "a veces hay conflictos cuando la voluntad de poder o el virus de la presunción ataca a algunos pensadores y científicos (...). El británico Clive James en su ensayo Cultural amnesia demuestra que más de 106 afamados escritores, científicos y artistas del Novecientos, lejos de construir conciencia crítica, apoyaron activamente o con su silencio los peores totalitarismos, rojos o negros, que ensangrentaron el planeta".
No obstante, este afán de poder y presunción en los uruguayos es remoto. El 42% de los encuestados dijo que una persona que considera importante ser exitoso y obtener el reconocimiento de los otros, no se parece a ellos en mucho o directamente en nada.