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EL ANÁLISIS por Edward Piñon
Ya vendrán otros bicampeones. Y, también, aparecerán otros formidables equipos. Pero nadie, absolutamente nadie, podrá borrar la marca de Biguá.
Lo del Pato fue escrito con tinta indeleble. Es para siempre. Quedó marcado en la historia de la Liga Uruguaya gracias a las precisión en las manos de Leandro García Morales, al formidable manejo del juego del base Martín Osimani, a las incursiones rápidas de Mauricio Aguiar y también gracias a los sorprendentes y fulminantes triples de Juan José Rovira.
Biguá es un campeón con todas las letras, por la clase de sus jugadores, por la forma en la que barrió a Defensor Sporting en la final, por la estupenda conducción del argentino Néstor García y por el respaldo de una dirigencia que hizo todo en pos de una meta.
Además, si hay algo que también quedará marcado para siempre es que este equipo tenía en sus filas a jugadores que bien podían haber jugado en cualquier época, al menos en todas las que tuvo a este periodista como simple aficionado.
El "Lea" y el "Oso" se ganaban seguro un lugar de privilegio en grandes equipos de otros tiempos. Que bueno hubiese sido verlos al lado de "Tato" López, Carlos Peinado o Heber Núñez.
Ovación digital
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