Ahora todo depende de Carrasco

Juan Ramón Carrasco ha accedido a una de las cosas que más deseaba: ser el técnico del club que amó desde niño, Nacional. El objetivo, largamente anhelado, se postergó varias veces por la polémica personalidad del oriundo de Sarandí del Yi y en especial por un episodio en el que hubiéramos hecho lo mismo que él, aquel gol contra Defensor Sporting en el 97. Algo muy injusto.

Carrasco como técnico es sin dudas quien más y mejor trabaja en ofensiva. Da gusto ver jugar a sus equipos cuando tienen la pelota. Al principio descuidaba la defensa, algo que corrigió en los últimos tiempos, permitiendo que sus colaboradores trabajaran en ella. La campaña en River fue desde todo punto de vista destacable. El punto máximo fue el Torneo Clausura del 2008, cuando llegó a la final con Peñarol en la que llegó a estar 3 a 1 arriba y luego perdió tras algunas decisiones inentendibles, como sacar del medio a Robert Flores para pasarlo como lateral derecho. La obra de Carrasco contribuyó a cambiar la mentalidad de todo nuestro fútbol y ayudó entre otras cosas a que la Selección pensara mucho más en la ofensiva y nos regalara el último Mundial, con 11 goles, varios de gran factura. Incluso se formó el equipo con tres delanteros.

Nacional debía jugar esta carta. Era el momento. Carrasco era un fantasma que estaba detrás de cada técnico. Está en él actuar con equilibrio y aprovechar la oportunidad que se le abre en este Apertura.