CARLOS REYES
El jueves 28 a las 21 horas en el Auditorio Nacional Adela Reta tendrá lugar un homenaje a Roberto Fontana. El actor recibirá el tributo actuando, haciendo "Leonardo y la máquina de volar", en una única función con entrada libre.
Este homenaje que el Sodre ofrece a uno de los más destacados actores del teatro nacional, se realiza con una obra fue estrenada en Montevideo en enero de 2008 en el Teatro Circular y que luego recorrió todo el Uruguay en diversas y exitosas giras. Escrito por el dramaturgo mexicano Humberto Robles, el espectáculo narra los últimos días de la existencia de Leonardo Da Vinci, quien junto con su discípulo Francesco decide construir el artefacto soñado por el genio: una máquina de volar. Con las actuaciones de Fontana y Fernando Amaral, la obra obtuvo dos nominaciones al Florencio 2008: al mejor actor (Fontana) y al mejor actor de reparto (Amaral).
"Me siento muy reverenciado, me emociona y me da una gran alegría espiritual. Este homenaje creo que se inscribe entre otros que me vienen haciendo, desde que me nombraron Ciudadano Ilustre. Cuando empezó esta seguidilla de reconocimientos yo me pregunté si había alguna razón para recibirlos. Y concluí en que el teatro independiente se los merece, y decidí recibirlos todos en nombre de ese movimiento, que integré toda mi vida y voy a seguir integrando", comentó Fontana a El País, quien remarca las características sociales que tuvo y tiene el teatro independiente.
Nacido en Montevideo en 1925, el actor vivió de primera mano el crecimiento y evolución del teatro independiente, un movimiento que, según sus palabras, "le dio la característica al teatro uruguayo. Éramos chiquilines que no teníamos idea de la magnitud de la obra que estábamos desarrollando".
El actor señala que este homenaje que se prepara a recibir es doblemente significativo, puesto que él se inició en la Escuela Dramática del Sodre, en 1942. "Eran los tiempos de la guerra y Montevideo era visitado por los mayores artistas de Europa. Recuerdo a Louis Jouvet, a Margarita Xirgu, a los ballets rusos. Éramos muy jóvenes y nos nutríamos de ver a todos aquellos artistas formidables, cada uno en su terreno. Xirgu era una gran, gran actriz, de dimensiones increíbles".
Pronto el joven Fontana estaba integrando las filas de compañías que hoy son historia: La Barraca, el primer Teatro Libre, el grupo de títeres Maese Pedro, de Irma Abirad, y luego La Isla de los Niños, de Atahualpa del Cioppo. "Esa compañía de títeres fue avalada por la intendencia municipal, y como era en el medio de la guerra y no había nafta, nos dio un carro con tres mulas. Ahí montamos nuestro teatro de títeres, recorriendo los barrios con obras de Cervantes y otros grandes autores", recuerda con claridad el actor, quien debutó como director el Club de Teatro en 1954.
"Club de Teatro surge de un grupo que forma Taco Larreta para hacer Electra, de Giraudoux. Luego aparece Pepe Estruch, quien con Casal Chapí quería hacer El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, para presentarlo en la primera muestra de teatro independiente, que se organiza en el Sodre. Pero para entrar a la muestra tenían que tener algún espectáculo presentado en Montevideo, y le plantearon a Taco la posibilidad de hacerlo bajo el nombre Club de Teatro. Larreta accedió y a partir de ahí empieza a funcionar el grupo, que pasó a tener su sala en Rincón y Treinta y Tres".
"Era una casona de altos. Me acuerdo que eran tiempos en que los grupos de teatro independiente rifaban de todo para sacar sus salas adelante. Y cuando empezamos en Club de Teatro, eso de las rifas estaba medio gastado, había que inventar otra cosa. Y organizamos kermeses, que tuvieron un éxito brutal. Durante varios meses hicimos shows y bailes los sábados y domingos. Nosotros además de actuar servíamos todo, y eso nos dio finanzas inesperadas. Además, por ese medio mucha gente se enteró dónde estaba esa sala, que era una bombonera, para 114 personas, que muchas veces trabajaba con localidades agotadas", evoca Fontana, quien desde hace siete décadas viene enriqueciendo al teatro nacional.
"Una vocación es un privilegio"
Además de actor y director, Roberto Fontana ha desarrollado una intensa actividad pedagógica, principalmente en el terreno de la foniatría, disciplina para la que creó un método propio del que han sacado provecho no solamente los actores, sino también los locutores, los maestros, los políticos y las personas con dificultades de expresión oral.
"Cada rama del arte sublima un aspecto del hombre. La pintura sublima la óptica. La música, el oído. La escultura el tacto. La literatura, el silencio. El baile, el cuerpo y el teatro, la condición humana toda, el ser o no ser. Tener una vocación y jugarse por ella es un privilegio. Mi vida ha sido maravillosa a través del teatro, y va a seguir siendo", afirma orgulloso Roberto Fontana.