El jueves se estrena la cuarta secuela de Piratas del Caribe

THE NEW YORK TIMES | BROOKS BARNES

Cuando los estudios Disney eligieron a Rob Marshall para reanudar "Piratas del Caribe", una serie de tres mil millones de dólares, Hollywood hizo una apuesta doble.

Seguro, estaba Marshall, el hombre que dirigió Chicago, coreógrafo y director de Broadway que convirtió ese musical en la película del Oscar de 2002. Pero sus siguientes dos películas, Memorias de una geisha y Nine, recibieron patadas en los dientes por la crítica y abucheadas en los cines.

Aún así, Disney sabía que necesitaba algo brillante para rehacer Piratas. Los seguidores de la franquicia se habían revelado contra los apresurados tiempos y las enredadas líneas argumentales de la tercera película (¿un ejército de cangrejos que puede cargar un barco a sus espaldas?). Piratas del Caribe: en el fin del mundo se extendía por dos horas y cuarenta y nueve minutos y fue rápidamente apodada "En el fin de la inteligencia", por blogueros. Los ejecutivos de Disney, desanimados por los costos sobredimensionados no se sentían tan lejos de eso.

Incluso Johnny Depp, el eje de esta serie con su papel del parlanchín espadachín Jack Sparrow, sabía que la tercera película, dirigida por Gore Verbinski al igual que las dos anteriores, había perdido su camino. "En la segunda y la tercera película Gore se había atado a muchas subhistorias, mucha matemática para conectar", dijo Depp cuidadosamente durante una entrevista telefónica. Pero un nuevo director, en especial una elección improbable como la de Marshall, podía "traer nuevo aire a cada momento", dijo el actor. "Yo fui categórico sobre el hecho de hacer bien este proyecto".

La determinación de Depp le cae bien a esta cuarta película, que llega a los cines este jueves. Pero Jack Sparrow, para citar una de sus frases más conocidas, no puede llevar todo un barco unido. ¿Estaba Marshall tan empeñado en restaurar lo único que tiene esta franquicia surgida de un parque de atracciones?

"Solamente tuve un gran criterio para firmar", comentaba Marshall durante un almuerzo el mes pasado, "Y fue la historia. Tener una historia que poder seguir". El desafío, además, fue hacer el rodaje en menos días de los que se necesitaron para la tercera película y usar un presupuesto de efectos especiales más reducido.

elecciones. Las uniones inusuales de materiales y directores es una de las tendencias favoritas de Hollywood en la actualidad. Marvel Studios contrató a Kenneth Branagh, conocido sobre todo por su experiencia en adaptar a Shakespeare, para guiar a Thor, una historieta, a la gran pantalla. Columbia Pictures le dio Moneyball, una nueva comedia sobre baseball, a Bennett Miller, cuyo trabajo previo había sido el respingado film Capote. Con algo de suerte, la estrategia resultará en películas pochocleras que también sean creativamente interesantes.

La experiencia de Marshall en coreografía llevó a Disney a quererlo, afirmaba Jerry Bruckheimer, el productor de la serie de los piratas. "Él entiende los movimientos y cómo la acción puede ser hecha de una forma diferente y fresca".

Con todo, la ascendencia de Marshall en Hollywood es inusual. La experiencia teatral no se transforma normalmente en una exitosa experiencia en películas. Gente como Elia Kazan, Orson Welles y Arthur Penn lo hicieron en su momento cuando las películas tenían más palabras y dependía menos de los efectos visuales. Pero los directores que han intentado estar en ambos mundos en estos tiempos (James Lapine, Julie Taymor) han luchado incluso contra el perfil más serio del cine. Una excepción sería Stephen Daldry, famoso por haber hecho Las horas.

Marshall, de cincuenta años, es comparado a menudo con Bob Fosse, quien dirigió la producción original de teatro de Chicago. A pesar de Busby Berkeley, la lista de coreógrafos que se han convertidos en exitosos directores de cine es incluso menor. Y, a diferencia de Fosse, quien ganó un Oscar por dirigir Cabaret, Marshall tiene que ser convencido para ponerse detrás de una cámara.

"Las películas aparecían lejos de mi mente. Y cuando se suponía que gritara `acción` en el set, no podía hacerlo porque lo sentía antinatural", comentaba. "Así que solo balbuceaba `Ok, vamos`. Pero al final del día me sentía bien. He intentado diseccionar por qué me metí tan rápido en esto. Creo que es porque cuando solía montar obras de teatro, para liberarme (y pensar en ese pequeño espacio detrás del proscenio) siempre me imaginaba cómo la escena o el número musical luciría en una pantalla. Y entonces ahí lo podía trasladar al escenario".

Si las encuestas de los prelanzamientos son creíbles, este cuarto film va a revertir la experiencia de Marshall en el cine. La película, que dura dos horas y ocho minutos, está en camino para superar la recaudación de 114 millones de dólares que tuvo el film anterior en su fin de semana de estreno, en 2007. Este nuevo film es el primero de la franquicia en ser estrenado en 3D, cosa que trae un extra por ingresos de boletería.

Navegando aguas misteriosas se enfoca en la locura por la Fuente de la Juventud. La película está repleta de esas rarezas que convirtieron a la serie en un gigante. Al comienzo de la historia Jack Sparrow se escapa del palacio Rey Jorge II, pero no antes de esquivar un pastelazo dirigido a su cara. Y luego de eso habla con su padre, interpretado por Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones, cuya actitud sirvió como inspiración para los gestos de Sparrow.

"¿Acaso este rostro aparenta haber pasado por la Fuente de la Juventud?" pregunta Richards. La seca respuesta de Depp es: "Depende de la iluminación".

Geoffrey Rush repite su papel como el sucio Capitán Barbarossa, pero los personajes de Orlando Bloom y Keira Knightley ya no están. Penélope Cruz se une al reparto como la hija del pirata a quien otros piratas temen: Barbanegra, interpretado por Ian McShane, más conocido por la serie de televisión Deadwood.

Para ahorrar algo de dinero esta película fue filmada en Hawai y no en el Caribe. Al menos Marshall hizo una película que recordará a los fanáticos por qué siguieron esta serie. "Rob sabía cuándo una escena necesitaba ajustarse y cuándo otra necesitaba unos golpes extra", decía Depp, "era más o menos como construir una canción"

Pero Navegando aguas misteriosas fue igualmente cara, a pesar de las presiones presupuestarias. Costó un estimado de cuatrocientos millones para hacerse y para gastos de marketing. Y está más que claro qué clase de poder económico puede traer una clasificación No13. Una escena en particular, una a la que Marshall se refiere como "la batalla de las sirenas", puede provocar molestias a los espectadores más jóvenes.

APUESTA. Hacia la mitad de la película, Jack Sparrow y su equipo hacen una parada en un lugar llamado White Cap Bay para capturar una sirena. Necesitan una lágrima de sirena para que la Fuente de la Juventud funcione. Pero las hermosas sirenas se vuelven feroces, muestran sus colmillos y sisean como cobras. Los piratas arponean a docenas de ellas. El sangriento resultado es algo bastante parecido a lo que se ve en La caleta, el documental oscarizado de 2009 sobre la matanza de delfines en Japón.

Quienes han trabajado con Marshall encuentran divertido que Disney lo haya perseguido para meterlo en una de sus licencias más importantes. Hacia 1999, recordaron los productores Neil Meron y Craig Zadan, Marshall estuvo en la mira para dirigir una versión televisiva de Annie para el canal ABC. Pero los jefes de Disney se quejaron. "Disney nos preguntó por qué no le dábamos esto a un director con experiencia del que todos supieran que lo iba a hacer bien", contó Zadan. Pero Marshall retuvo su trabajo y la apuesta pagó. "Annie fue un gran éxito y así nació un director".

Así y todo, Marshall mostró un costado más bien "nonsense" el mes pasado a la hora de terminar la mezcla de sonido de esta película. Dentro de un teatro en penumbras había siete técnicos y veinte computadoras. Con ellos seguía la filmación sobre una pantalla. "El coro es muy chirriante", decía. Se hizo un ajuste y el director, con los lentes en la boca, paró un segundo para reconsiderarlo. "Bien, pasemos a lo siguiente". Unos segundos más de filmación aparecieron. "No lo amo", dijo secamente. "La música está trampeando el momento".

Entonces miró a un asistente que había estado parado cerca. "Daphne, ¿necesitás algo? Te estás cerniendo sobre mí". Ella le explicó por qué estaba ahí, pero Marshall volvió a la pantalla. "Ahora estoy enfocado en esto".