Unos 10.000 niños son robados por año en China

PEKÍN | EL PAÍS DE MADRID

Xiao Chaohua y su esposa, Xiong Shuifeng, nunca olvidarán el día de San Valentín del año 2007. Desde las nueve de la noche de aquel 14 de febrero, según ellos, les duele la vida.

A esa hora de ese día, su hijo Xiao Xiaosong, entonces de cinco años, fue raptado cerca de su casa en Huizhou. "Xiaosong y su hermana mayor, que entonces tenía 10 años, fueron a comprar a un supermercado que estaba a 50 metros de nuestra tienda de ropa. Pasaron 20 minutos y no regresaron, así que fui a por ellos. Vi a mi hija vendiendo rosas con la hija del dueño del supermercado, le pregunté por su hermano y me dijo que no sabía dónde estaba", manifestó el padre.

Han pasado más de cinco años. Según creen sus padres, el pequeño fue raptado por una red de traficantes y seguramente vendido, como ocurre con miles de niños todos los años en China.

Xiao Chaohua, de 37 años, habla despacio, con la mirada perdida en el recuerdo y el dolor seco de tanto buscar. Vino a la capital para ganar algún dinero y hacer contactos que quizá le ayuden. Lleva una bolsa con un gran cartel plastificado y fotocopias para pegar en las paredes con la foto y los datos de su hijo y de otros niños también desaparecidos.

CIFRAS DIFUSAS. El tráfico de seres humanos se ha convertido en un grave problema en China, en las últimas décadas. Es difícil saber cuántos niños son robados cada año. El número oscila entre 10.000 y varias decenas de miles, según las fuentes. La mayoría nunca vuelve a ver a sus familias. El gobierno solo da cifras de los rescatados, y las organizaciones internacionales tampoco quieren entrar en detalles, dada la sensibilidad de la cuestión en el país asiático.

"El Ministerio de Seguridad es quien publica los datos oficiales. En 2011 recuperó 8.660 niños y 15.458 mujeres", afirma Pia MacRae, directora en China de la ONG Save the Children. Además, existe una discrepancia sobre la definición de niño, ya que, para el gobierno chino, los mayores de 16 años son adultos, mientras los estándares internacionales sitúan la frontera en los 18 años.

Chaohua sospecha de dos personas. "Una es una mujer de mi pueblo que se casó con un tipo que fue condenado a siete años por tráfico de mujeres y al final solo estuvo dos en la cárcel. Sospecho de ella porque distrajo a mi esposa a la misma hora que mi hijo desapareció. La Policía no hace nada y siempre me ha dicho que lo busque yo. La otra es un tipo de Sichuan, que estaba jugando con mi hijo. Lo llevé a la comisaría, lo encerraron 24 horas y al soltarle se esfumó. No he podido encontrarlo en estos cinco años".

En China, los niños son víctimas del tráfico humano por varias razones: para venderlos a familias que no tienen hijos , para matrimonios, para prostitución y para explotación laboral. Algunos de los críos acaban siendo adoptados por familias extranjeras.

ESCENARIO. El problema se ha visto agravado por la política de hijo único, que limita a la mayoría de las familias a un solo niño en las zonas urbanas y a dos en las rurales si el primero es mujer. Según la prensa china, el precio de una niña está entre 3.700 a 6.200 euros, y el de un niño entre 8.700 a 10.000 euros.

Algunos de los bebés son vendidos por familias demasiado pobres para alimentar una boca más o que no quieren al bebé cuando es niña o por mujeres que han dado a luz directamente para lograr un dinero.

La pérdida de los niños trastoca completamente la vida de las familias y hunde sus economías. `En un negocio tienes que sonreír a los clientes, pero no podía`, dice Xiao Chaohua.

"La queja es común en todas las familias en la misma situación. Sun Zhuo, de cuatro años, fue robado el 9 de octubre también de 2007 en Shenzhen por un hombre que le atrajo con unos juguetes, según contó un vecino a su padre. "La Policía nos dijo que no podía registrar el caso hasta pasadas 24 horas. Durante seis días no hicieron nada. Me dijeron que los traficantes no se iban a comer a mi hijo porque no podrían digerirlo", cuenta el padre, Sun Haiyang, de 39 años. "Fui al supermercado, visioné la grabación de las cámaras y vi a un hombre comprándole comida. El testigo aseguró que era el mismo hombre que él había visto. La Policía me dijo que no podía hacer nada porque solo se le veía de espaldas. Al noveno día encontré una imagen en la que estaba de frente y volví a la comisaría. Me contestaron que eso tampoco les ayudaba, que tenía que decirles cómo se llamaba el hombre", dice este hombre.

Para estas familias encontrar a sus hijos es una tarea casi imposible. La mayoría de los secuestros son llevados a cabo por bandas organizadas que tienen hasta cientos de miembros y estructuras que se extienden por provincias, lo que les permite alejar rápidamente a los críos de sus lugares de origen y borrar pistas.

He Zhisheng, cuyo hijo de seis años, He Dingtao, fue raptado junto a un amigo de siete en 2009 dice que ya no sabe dónde buscar. Durante esta entrevista, iba en tren camino de Wuhan. "He oído que hay un niño que se parece al mío", explicó. Al día siguiente, la decepción.