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JOSÉ MASTANDREA
La bolsa estaba tirada en el medio de 18 de Julio y nadie la levantaba. Tuve la suerte de rescatarla antes de que la pasara por arriba un `188` repleto hasta la puerta.
Grande, pesada, llena de cartas. Tenía un cartelito. "En caso de extravío, devolverla a Papá Noel", decía.
Llamé al número que estaba al dorso del cartel y la contestadora del celular saltó de inmediato: "¡Jo,jo,jo... te has comunicado con Santa Claus, deja tu mensaje".
Pero mi curiosidad pudo más. Abrí la enorme bolsa y estaba llena de cartas. Todas abiertas, claro.
"Querido Papá Noel, me gustaría tener una brújula, hace tiempo que la necesito, ojalá te acuerdes de mí", decía una misiva con letra pulcra, de maestra. Firmaba `Daisy`.
"Estimado Papá Noel, quiero un pasaje para Japón. Sólo de ida... ¿será posible? Me siento amenazado en Montevideo", decía otra carta. Firmaba un tal José Luis.
"A mi muy querido Santa: sé que la lista es demasiado extensa pero es que este año no ha sido bueno para mí. 1) quiero un reloj nuevo. 2) una peluca (rubia, si es posible) y 3) el libro `Como ser una estrella sin perjudicar a nadie`. La firma estaba borrosa pero se leía. Firmaba Líber.
Después de 48 horas discando y discando, Papá Noel atendió. Le devolví la bolsa llena de cartas. Me lo agradeció y se fue volando en su trineo. ¡Grande el gordo!
Ovación digital
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