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DESDE EL ARCO por José Mastandrea
La violencia no es hija del fútbol
No tenían tatuajes en sus brazos ni en sus pechos. No estaban identificados con Peñarol o Nacional. Tampoco estaban alcoholizados. Pero gritaron, insultaron y hasta salivaron.
Empezaron tirando papelitos y batiendo las palmas, después, ellos mismos crearon un clima hostil, insostenible, vergonzoso que terminó con la intervención policial en medio de un escándalo pocas veces visto.
No fue en los alrededores del estadio Centenario. Tampoco sucedió en la Amsterdam o la Colombes. No sucedió en el Cerro ni en Jardines del Hipódromo. Pero la violencia fue la misma.
Hubo una policía lesionada después de una cobarde agresión y varios magullados tras la rápida respuesta policial para reprimir el desorden, los insultos y los agravios.
Esta vez (¡por suerte!) el fútbol no tuvo nada que ver. Los hechos de violencia se sucedieron en el Palacio Legislativo mientras el Senado sancionaba la Ley de Educación.
Los violentos fueron maestros, o futuros maestros. Los mismos que tienen o tendrán a cargo la educación de nuestros hijos.
Los barra brava estuvieron en el Parlamento.
¿Y ahora qué van a decir? La violencia no es hija del fútbol.
Ovación digital
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