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EL ANÁLISIS por "Lalo" Fernández
Era un final anunciado (parte I)
El Apertura se suspendió. La Biblia se mezcló con el calefón. Intereses de todo tipo se cruzan sin pudor en un fútbol donde lo más importante no es ganar sino que pierda el otro. A como sea.
Están los que poco les afecta la suspensión y solo argumentan perjuicios económicos o los que enarbolando banderas de cambios radicales que aprovechan la volteada para reafirmar sus aspiraciones, las que van ligadas a sus fracasos más por supuestas malas artes de terceros que por su propia incapacidad. Están los que corren riesgos de descenso y aplauden y los que hacen la plancha. Mientras tanto los dos punteros pretenderán ser proclamados primeros y jugar una final mientras los dos que les siguen a un punto ni locos lo van a aceptar. Un verdadero cambalache. ¡Grande Discépolo!
Pero el fondo del asunto no está solo en el gran entrevero de intereses. El nudo gordiano está en la resolución de la Policía de no aceptar que Peñarol y Danubio jueguen en Jardines porque el estadio danubiano no reúne determinadas condiciones de seguridad. Pero si la Policía no puede poner orden en el estadio de Danubio entonces éste no podría jugar más en su cancha. ¿Cómo lo hizo hasta ahora? ¿Qué hace? ¿Pone un supermercado? (Continuará).
Ovación digital
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