¿Quién dijo que son amistosos?

EDWARD PIÑÓN

No hay clásico amistoso. No existe. Es imposible que así sea. No se da ni en los barrios, cuando los amigos se disponen a jugar un picadito y resuelven armar los equipos tomando como referencia el amor por los clubes grandes. Pero si todavía quedaba alguna duda al respecto, la misma se esfumó con el adiós de Mario Saralegui de la dirección técnica de Peñarol.

Como para que no digan nunca más que era el clásico por las figuritas. Saralegui lo sabía muy bien, así incluso lo había anunciado en Ovación, cuando desnudó que la prioridad deportiva era la Copa Libertadores, pero enfatizó también que "no hay clásicos amistosos".

Y la derrota le pegó bien fuerte. A él y también a Peñarol. Porque se movieron los cimientos y aparecieron las viejas y tradicionales dudas: "¿y si se repite lo del año pasado? ¿Y si no entra en la fase de grupos de la Libertadores? Contra eso no se puede ir. Saralegui dio el paso con hombría, para facilitarle la tarea a los dirigentes. Porque si hay algo seguro, es que éstos ya estaban arrinconados contra la pared por culpa de los resultados.