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Despidió
SILVIA PÉREZ
Mario Saralegui se despidió de cada uno de sus jugadores con un gran abrazo y se fue aplaudido de Los Aromos.
En un hecho poco común, Mario Saralegui se presentó ayer por la mañana en Los Aromos, a la hora en que estaba pactada la práctica para despedirse del plantel. El técnico arribó 20 minutos antes de las 10:00, hora en que debía comenzar el entrenamiento, en su nuevo Citrën C4 gris. En otros vehículos arribaron sus colaboradores, el profesor Gabriel Souza y Ruben Paz.
Saralegui sigue en su firme decisión de no dialogar con los periodistas, pero al ingresar dijo: "Le estoy eternamente agradecido a la hinchada de Peñarol, a la que llevo en mi corazón. Renuncio para volver algún día".
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Apenas había entrado, se le acercó el kinesiólogo Germinal López, toda una institución en el club, para despedirlo y agradecerle por la manera en que siempre le había permitido cumplir con sus funciones.
Luego, Saralegui reunió a los futbolistas. Su alocución fue breve. Les agradeció por su esfuerzo y les deseó mucha suerte. Acto seguido, fue abrazando uno a uno. El aplauso de los jugadores surgió espontáneamente y duró unos cuantos minutos.
Se despidió de los funcionarios y, finalmente, mientras los jugadores se dirigían a la cancha principal para trabajar con José Batlle Perdomo y el preparador físico de Tercera, Gino Demarco, Saralegui salió. Cuando se disponía a subir a su coche, lo llamaron los dirigentes allí presentes (Errico, Cataldi y Perrone) y también se despidieron de él con un gran abrazo.
Saralegui arrancó y salió de Los Aromos. Afuera, pegado al alambrado y observando todo lo que sucedía había un grupo de hinchas. "¡Arriba Mario!", se escuchó gritar a una mujer cuando el auto del técnico pasó junto a ellos.
Pero lo insólito, quizás, fue que Saralegui no habría recorrido ni media cuadra, cuando clavó el freno, dio un furibunda marcha atrás y volvió a entrar al complejo deportivo aurinegro. Estacionó nuevamente su coche y dijo "me olvidé de una cosa". Unos minutos después volvió sobre sus pasos. Al preguntarle de qué se había olvidado, respondió: "del cheque por el mes y medio de sueldo que me debían. Al menos no podrán decir que soy un interesado por la plata, ¿no?", dijo insinuando una broma.
Mientras Saralegui volvía a subirse a su auto, Ruben Paz, charlaba unos minutos con el "Chueco" Perdomo, seguramente dándole algunos datos sobre el plantel. Luego, los tres hombres, Saralegui y sus dos ayudantes, desaparecieron del lugar. En el ambiente quedó flotando la sensación de que su alejamiento no se debía sólo al hecho de haber perdido su segundo clásico consecutivo. "Esto se veía venir. Es una lástima, son pocos que quieren a Peñarol como él", dijo un allegado al club. "Por eso se va, porque si fuera otro se hubiera quedado hasta que lo echaran", continuó la misma fuente. "Su relación con los dirigentes, sobre todo con Damiani se había deteriorado en los últimos tiempos, después de la pretemporada en San José, y además, él sentía que ya tenían todo arreglado con Ribas. Y no es fácil seguir trabajando si sabés que ya hablaron con otro para que venga a ocupar tu puesto", culminó el hombre al rayo del sol en Los Aromos. Perdomo y su preparador físico entrenaron con los que no fueron de la partida en el clásico, mientras que los titulares realizaron un trabajo regenerativo basado en trotes y estiramientos. "Vine a dar una mano porque soy funcionario del club. El estado de ánimo de los jugadores no es el ideal, pero saben que hay que revertir esto", dijo Perdomo tras la práctica. "Como le dije a los jugadores, cuando ascendí a Primera en el medio jugaban Mario (Saralegui) y Bossio y eran mis ídolos", finalizó el "Chueco".
Después de abrazarlo, Washington Cataldi (h), Sergio Perrone y Fernando Errico despidieron oficialmente y, en nombre del Consejo Directivo de Peñarol, le desearon suerte al entrenador artiguense.
Al final de todos los saludos, de las palabras que emocionaron a los jugadores del plantel aurinegro y de su propia partida, Mario Saralegui tuvo que volver a Los Aromos porque se había olvidado de un cheque.
Atrás queda una campaña deportiva que a Peñarol le posibilitó salir de los últimos lugares para poder conquistar el Torneo Clausura de 2008. Atrás, en este período, quedaron dos victorias y dos derrotas clásicas. La última marcó mucho la cancha y Saralegui decidió dar un paso al costado.
Ayer de mañana, en Los Aromos, el plantel principal de Peñarol se movió por primera vez sin el control de Mario Saralegui. El trabajo de los futbolistas fue supervisado por José "Chueco" Perdomo.
El delantero Carlos Bueno no trabajó a la par de sus compañeros en Los Aromos. Debido a un golpe en un tobillo, Bueno se limitó a caminar alrededor de la cancha y nada más. No hay problemas para que juegue.
Ovación digital
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