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JORGE SAVIA
El resultado del "pico" jugado ayer, el mantemiento del empate a score cerrado con el que Racing y Peñarol se fueron del Centenario al minuto del segundo tiempo la tarde que "el mundo pareció venirse abajo", dejó la sensación de que -más que por el 0 a 0, por la forma cómo jugaron- que los 44` que tenían pendientes, en la vispera no les alcanzaron para nada.
Es decir, cada uno a su manera, según sus posibilidades y necesidades, concientes del lapso relativamente breve que tenían por delante, "salieron vendiendo boletines", como se decía antes.
Esto es: los dos arrancaron a toda máquina, con mucho ritmo, con gran dinámica, en un ida y vuelta infernal, en medio del cual Peñarol llegó más y con mayor peligro hasta el arco contrario, guiado al principio otra vez por los pies "inteligentes" de Pacheco, después por la nueva versión de un Richard Núñez que -jugando sobre la izquierda- se ha reactivado y anoche creó peligro con algunas diagonales "tiradas" en profundas maniobras invididuales y, fundamentalmente, a través de las apariciones por arriba y por abajo de Bueno y Franco.
Frente a ese panorama, bien parado atrás, sin dar grandes ventajas, entonces, Racing trató de poner paños tibios, marcando en forma individual a Pacheco, haciendo tiempo cuando se lo permitieron las circunstancias, pero también manejando la pelota y saliendo "como cohete" de contragolpe hacia el arco contrario.
Tampoco Peñarol se desconcentró en ningún instante, por más que otra vez los jugadores rivales -en esta oportunidad sin consecuencias- le ganaron un par de pelotas aéreas en su propia área.
En ese marco, pues, es que el "pico" se fue volando. Pasó rápido. Como lo jugaron. Y no pudieron mover el tanteador porque se neutralizaron las virtudes de ambos, más que por carencias ofensivas que pudieran imputársele a los dos cuadros.
Es obvio que, por tratarse de un chico y un grande, por más que la propuesta de Racing no fue para nada conservadora ni timorata, la igualdad -no buscada, pero tampoco despreciada por el equipo dirigido por el Ing. Verzeri- "le sentó" mejor a los de Sayago.
Al fin y al cabo, Peñarol apretó más el acelerador y tuvo más tiempo y en mayor cantidad de ocasiones al rival contra su arco. Pero no le alcanzó. Por el esquema sin fisuras de un adversario que, incluso, por pasajes lo obligó a cometer faltas como una que Darío Rodríguez le hizo a Mirabaje cuando el delantero encaraba recto al arco de la Amsterdam, y que con otra en la incurrió luego el capitán aurinegro le pudo acarrear la expulsión de la cancha; y por el tiempo que ambos tuvieron por delante para cambiar el resultado con el que quedó trunco el partido el domingo que "el mundo pareció venirse abajo".
Ante el ritmo y la dinámica que impusieron, jugaron con los minutos contados; y 44` fueron pocos como para modificar el empate.
Anduvo "a mil", obligó al fondo rival y casi convierte con un remate y con un cabezazo.
Tuvo intervenciones valiosas, transmitió seguridad y "bajó las revoluciones" del adversario.
Ovación digital
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