DÉBORAH FRIEDMANN
¡Total, la vida es siempre empezar! No estoy hablando de revoluciones socialistas, estoy hablando de tener un país un poco más decente, que es previo a cualquier otra cosa".
José Mujica asumió ayer la Presidencia y volvió a empezar con el mismo objetivo: lograr ese país "un poco más decente". Lo había hecho cuando decidió militar junto al nacionalista Enrique Erro (1956), al unirse al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (1964), al pasar a la clandestinidad (1967) y al salir en libertad tras 14 años en prisión (1985), cuando "media hora" después estaba militando. Ahora lo hará como máximo representante de los uruguayos, elegido con 52,3% de los votos, la mayor adhesión con la que un mandatario recibió la banda presidencial en la historia del país.
Con la ayuda de una partera Mujica nació el 20 de mayo de 1935 en la casa de sus padres, Demetrio Mujica y Lucy Cordano, ubicada en Paso de la Arena. Su infancia estuvo signada por el nacimiento de su hermana María Eudosia, seis años menor que él, por la muerte de su padre (1944) y por una madre que lo impulsó a continuar sus estudios liceales, un camino infrecuente en esos años en su entorno.
Fue en el liceo Francisco Bauzá (Prado) que Mujica militó por primera vez. Lo hizo en la Agrupación de Reforma Universitaria. Se definía como "medio anarquista" y "de izquierda", en tiempos en los que plantaba y vendía flores para ayudar al sustento del hogar y en que practicaba ciclismo.
Continuó con la militancia mientras cursaba Preparatorios -que no finalizó- en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA), una época con recuerdos "imborrables" de las tertulias en la casa del escritor José Bergamín, mientras también concurría a la Facultad de Humanidades.
A los 20 años votó por primera vez y optó por el socialista Emilio Frugoni. Si bien no estaba afiliado a ningún partido, participaba de actividades, como apoyar las huelgas de trabajadores de la industria cárnica. Poco después (1952) abandonó el hogar materno para convivir con su pareja. "Aquello de contigo pan y cebolla era verdad", recuerda.
En los años previos a las elecciones de 1958, el nacionalista Enrique Erro llamó su atención, por su defensa de los trabajadores y su visión de "nacionalismo popular". Se unió a él, integrándose al sector juvenil de la lista 41 del Partido Nacional. Integró su equipo cuando fue designado ministro de Industria (1959) y también lo acompañó cuando se retiró del gobierno por discrepancias con la política económica.
En la siguiente elección (1962) fue séptimo candidato a edil por Montevideo de la Unión Popular, movimiento que había hecho una alianza con el Partido Socialista. Dos viajes, a Cuba y a la Unión Soviética, lo marcaron: sentía "una gran afinidad con la revolución cubana y una reticencia con la Unión Soviética".
Un año más tarde, lo que sería el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) ya estaba operando. Mujica se integró al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que luego formó parte del Coordinador, la organización armada previa al MLN.
En 1964 fue detenido por primera vez, durante un frustrado asalto a Sudamtex. Logró hacerse pasar por un delincuente común y fue procesado por tentativa de rapiña. Pasó ocho meses en la cárcel de Miguelete -"me molieron a palos"-, cuenta. De esa época afirma que el MLN no se planteaba "una lucha por el poder", sino "una actitud defensiva" hacia los trabajadores ante un golpe de Estado.
Al salir de prisión se integró al trabajo clandestino de la organización, pero continuó con su "vida legal" de plantar y vender flores y comenzó una relación con la también tupamara Yessie Macchi (1947-2009).
En 1968 participó en su primer operativo del MLN, un "tironcito de orejas" al diario "Acción", que dice no recordar exactamente en qué consistió.
Un año después Mujica le entregó armas a un amigo para que se las guardara en su casa, pero fueron descubiertas por una muchacha que trabajaba allí. La madre de la limpiadora se enteró y lo denunció a la Policía. Así "Pepe" pasó a ser clandestino y a convertirse en "Ulpiano" o "Facundo".
Participó en la planificación del intento de fuga de tres cañeros presos, en la colocación de una bomba fallida en radio Ariel, en el secuestro de Ulysses Pereira Reverbel, en la toma de Pando y cayó preso en marzo de 1970 después de un intenso tiroteo en el bar "La Vía", mientras preparaban el robo a la financiera Mailhos. Le pegaron seis balazos, lo trasladaron al Hospital Militar y sobrevivió "de milagro". Para el 6 de septiembre de 1971 estaba lo bastante repuesto para ser uno de los 106 tupamaros que junto a cinco presos comunes se fugaron del penal de Punta Carretas.
Poco después su estado de salud empeoró. "Los compañeros pensaron en operarme clandestinamente afuera", recuerda. En el local donde lo iban a intervenir lo atraparon el 19 de octubre. Volvió a Punta Carretas y empezó a planificar la segunda fuga, que se concretó el 12 de abril de 1972.
En libertad, participó de varios tiroteos con la Policía y el Ejército, pasó a vivir en montes de los suburbios de Montevideo, formó pareja con Lucía Topolansky y fue capturado por tercera vez en agosto de ese mismo año. "Yo no estoy globalmente arrepentido de lo que hice. He cometido una cantidad de macanas, claro, pero no me arrepiento de lo que fue mi vida", sostiene.
Tras el golpe de Estado de 1973, pasó a ser uno de los jefes tupamaros -conocidos como "los nueve rehenes"- trasladados permanentemente, torturados y obligados a vivir en condiciones inhumanas.
EN DEMOCRACIA. Mujica era consciente que "en la dualidad de aprobación y rechazo" que habían generado los tupamaros, había un capital político que explotar. "En el acierto o en el error, en nuestro país la gente que pone toda la carne en la parrilla es respetada, aún por quienes no comparten un mismo derrotero", asegura. Por eso, a la "media hora" de haber salido en libertad en marzo de 1985 estaba militando. Iba a empezar otra vez, ahora "una lucha en el marco de la legalidad vigente". También se dispuso a concretar su segundo objetivo: tener su chacra.
Desde esas primeras horas en libertad, Mujica cultivó un estilo que sería su sello distintivo: el mano a mano con la gente, primero en las mateadas, después en las giras políticas. Fue electo para integrar el Comité Central del MLN en diciembre de 1985, mes en que falleció su madre -"ella me acompañó siempre, no entendía nada, pero sobre todo era madre"-, recuerda.
Ya como dirigente del MPP, creado en 1989, se convirtió en 1994 en el primer tupamaro en ser electo diputado. Cinco años más tarde sería elegido senador, con una mochila en la que cargaba "responsabilidad" y "compromiso". En el Parlamento captaba la atención de los legisladores, quienes al escucharlo hacían el mismo silencio y sentían idéntica curiosidad a la que despertaba en sus interlocutores por todo el país. Ganó el respeto de sus adversarios y captó cada vez más simpatizantes.
Su figura fue clave para que en 2004 su sector fuera mayoritario dentro del Frente Amplio (29%) y para que Tabaré Vázquez obtuviera la Presidencia, en la que se desempeñó como ministro de Ganadería.
En diciembre de 2004 fue internado por una enfermedad autoinmune, que había afectado el funcionamiento de sus riñones. Tras 26 días de hospitalización fue dado de alta. Contó que dejó de fumar, anunció que dejaría el Ministerio antes de que terminara el período de gobierno, insistió en que se dedicaría a promover "gente nueva en la actividad política" y afirmó que era "casi imposible" que fuera el candidato a la Presidencia del Frente Amplio.
Pero como tantas veces en su carrera política su máxima de "como te digo una cosa te digo la otra" se cumplió. El 28 de marzo de 2008 lanzó su campaña electoral en la plaza Artigas de Paysandú, "viejo" pero con "fuerza para dar la pelea" por el sillón presidencial. En diciembre fue proclamado candidato oficial de la coalición de izquierda.
Al asumir ayer como mandatario se sintió "en el cielo". Hoy amaneció "en el purgatorio". (Fuentes: "Mujica", de Miguel Ángel Campodónico, "Mujica, el florista presidente" de Sergio Israel, "José Mujica", de María Noel Domínguez, El País, Búsqueda y fuentes propias).
Un amor que nació en la clandestinidad y llegó al sillón presidencial
Una "adicta a la militancia" que se enamoró de un guerrillero y es la senadora más votada
La primera dama fue una veinteañera de pelo largo y "bastante hincha" de la minifalda, estilo que cambió cuando pasó a la clandestinidad. Los 13 años en que estuvo presa, hicieron que decantara "lo superficial" de lo "trascendental". De todos modos, no critica la frivolidad: "Lo único que pido es libertad", dijo. No tiene ídolos, disfruta de cocinar y de aprender nuevos platos para deleite de su marido.
En 1969, pocos días antes de que José Mujica pasara a la clandestinidad, el "grupo" en el que militaba Lucía Topolansky en el MLN fue a una reunión en la que estaba Mujica. Topolansky (1944) pertenecía a la organización desde 1967. "Nos conocíamos de antes y como los dos andábamos solos terminamos juntándonos", contó Mujica. Topolansky, por su parte, coincidió: "En la lucha clandestina el ser humano está bastante solo. Lo ves con todas sus virtudes y todos sus defectos; sin nada, sin maquillaje".
La relación duró algunos meses, hasta que ambos fueron capturados. Pudieron cartearse al inicio de la detención. Después, a Mujica ya no lo dejaron.
Se volvieron a encontrar en marzo de 1985, cuando ambos recuperaron la libertad. "Nos reencontramos en una época bastante particular, bien diferente a la que habíamos dejado atrás. El amor tiene mucho de amistad que facilita la convivencia", señaló Mujica.
En pareja juntaron dinero para comprar la chacra de Rincón del Cerro, trabajaron la tierra, se convirtieron en dirigentes políticos con cada vez más adhesiones y transitaron por complicaciones de salud. Mujica por una enfermedad inmunológica y Topolansky por un cáncer de mama, que le diagnosticaron en 2009. "Me he salvado, lo asocio al estrés de la militancia de hoy", dijo. (Fuentes: "Mujica", de M.A. Campodónico, La Nación/GDA)
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