Casi se viene el descalabro

Como al torero que en una tarde de sol y paso doble pasa la capa por las narinas del animal hasta que un cuerno le rasga el traje y le deja una herida como una cicatriz roja. O el boxeador que, dominante, baila sobre sus botas bajando la guardia y ahí nomás recibe un mamporrazo que lo deja en la cornisa de las cuerdas mirando el reloj. Así fue Racing.

En lo mejor de la fiesta se confió, se relajó escuchando la música de las tribunas, cambió la ropa de fajina por chancletas y short, dejó de presionar, sació su hambre y estuvo a punto de convertir una noche perfecta en un descalabro anímico. Si le empataba Olimpo, seguro que al final del torneo serían esos dos puntos los que le habrían de quitar el título.

Que así de caprichosas y castigadoras son las lecciones que da el fútbol.

Pero en el balance, Racing, presionando como una semana atrás la salida de su rival, demostró fidelidad a lo que puede convertirlo en un equipo distinto en el fútbol actual.

Habrá mejores, puede ganar otro el torneo, pero los dirigidos por Russo insinúan que van a jugar a otra cosa.

¿Y vos qué decís?

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