"Se entra en los barrios para quedarse"

EDUARDO BARRENECHE

El secretario de Seguridad del Estado de Río de Janeiro, José Mariano Benincá, planteó ayer al Ministerio del Interior que los operativos en los barrios deben hacerse para permanecer en ellos y no retirarse como lo hace la Policía montevideana.

"Preferentemente se entra para quedarse, a menos que se tenga una información muy privilegiada sobre venta de drogas en una casa", señaló Benincá ante una reflexión del jefe de Policía de Montevideo, Walder Ferreira, sobre los operativos barriales realizados por la policía capitalina.

Tras finalizar una conferencia efectuada ayer en la sala Acuña de Figueroa del Palacio Legislativo, Ferreira relató a Benincá que en Montevideo se hacen operativos que consisten en ingresar en los barrios pero no permanecer en los mismos. "Allí se lleva a cabo algunas acciones por parte de la Policía y luego ésta se retira", explicó el jerarca policial.

Ferreira señaló que, en conversaciones que mantuvo con autoridades del Ministerio del Interior, se concluyó que estas acciones en los barrios "no son suficientes. Quizás sea un buen punto de partida tomar en consideración lo que usted ha dicho, tomar como una experiencia (lo realizado por la Policía de Río de Janeiro en las favelas) y arrancar de otra forma estos operativos y permanecer en los barrios".

Ferreira dijo que "muchas veces eso no lo hemos hecho por escasez de personal. Lo ideal es permanecer y luego comprometer a las demás organizaciones y al poder político a que resuelvan los problemas sociales barrio por barrio".

Enseguida Benincá dijo que la visión de Ferreira "era correcta. Hay que ir y entrar en esas zonas en el marco de una estrategia" estatal.

"Si el Estado entra en un área de la ciudad, es increíble la esperanza que genera en otras. Se sacude el imaginario de los habitantes de las zonas rojas. Es aquella madre que sabe que vendrá la escuela para sus hijos y es el médico que ahora entra en el barrio y antes no lo hacía", dijo el jerarca policial norteño. Sin embargo, advirtió: "para ello se precisa un plan policial a mediano plazo, voluntad política de apoyarlo y recursos económicos".

Señaló que un plan de estas características hizo caer las tasas de homicidios en Río de Janeiro cada 100 mil habitantes.

En enero de 2007, recordó, cuando se realizó la primera intervención policial en las favelas de Rio de Janeiro, en esta ciudad había una tasa de 40 homicidios cada 100 mil habitantes. En este momento, agregó, en la ciudad carioca hay una tasa de 29 homicidios cada 100 mil habitantes. "Todavía son números horribles. Pero ahora tenemos un plan. Antes no había un plan. Queremos llegar al 2014 con 20 homicidios cada 100 mil habitantes", dijo.

Tras la finalización de la conferencia, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, señaló que tiene la creencia de que es "perfectamente compactible" lo que realiza la Policía carioca con los procedimientos de la Jefatura de Montevideo.

"La idea que expresó Benincá es que el Estado brasileño debe entrar en los lugares que no estaba. Nosotros pensamos que acá no hay que perder la presencia del Estado en algunos lugares", expresó Bonomi luego de aclarar que la realidad norteña es muy diferente a la uruguaya. "La primera meta nuestra es que la Policía entre en algunos lugares para que el Estado se queda. Estamos en un proceso que recién empezó", dijo Bonomi.

Por su parte, el director nacional de Policía, Julio Guarteche, anunció en la conferencia que, en el próximo año, se aplicará un plan piloto de seguridad en varios asentamientos.

La policía identifica a los asentamientos y a las cárceles como centros del crimen organizado en los que se generan sinergías entre las distintas formas de delinquir, incluyendo la resolución de conflictos por vías violentas.

"En especial vimos el liderazgo negativo de los traficantes de drogas en esas áreas, que ha reproducido toda una problemática social y que ha generado una inseguridad mayor a la que teníamos hace algunos años", dijo Guarteche.

El jerarca policial dijo que tenía "una visión muy similar" a la planteada por Benincá.

Indicó que se organizará la policía comunitaria que opera en los barrios, porque existen varios modelos de esta repartición en el país.

OCUPACIONES. La Policía de Río de Janeiro aplica un plan macro de seguridad que prevé el control estatal de todas las favelas de la ciudad carioca en un plazo que finalizará en tres años. La Policía enfrenta a narcos con 3.000 efectivos de fuerzas de choque. "Antes de irrumpir en el `morro`, avisamos que vamos a ir. Preferimos que los narcos huyan, antes de ultimarlos. Además, cuando escapan quedan muy expuestos en otros barrios", dijo Benincá en una conferencia ante autoridades del Ministerio del Interior y unos 200 jerarcas policiales.

Benincá relató que las unidades de Policía de Pacificación (UPP) llevan dos años ocupando áreas marginales de la ciudad carioca.

En noviembre de 2009, recordó, la Policía de Río de Janeiro hizo la primera intervención en una favela carioca.

Según el secretario de Seguridad, hubo narcos que se enfrentaron con las fuerzas policiales y fueron detenidos y otros huyeron hacia otros barrios. En un sola intervención en un "morro", señaló Benincá, hubo 200 detenidos.

Tras planificar el operativo, las UPP ingresan con un batallón de choque. Generalmente, se trata de zonas urbanas muy densamente pobladas por donde no puede transitar un auto. "El patrullaje se hace a pie, en motos y a caballos", dijo.

Esas fuerzas especiales de la Policía se quedan en el lugar "ocupado" por períodos que oscilan entre 40 días y tres meses dependiendo de la peligrosidad de la zona. Luego de la intervención policial, ingresa el Estado brindando servicios mínimos como salud, educación y servicios básicos como agua y electricidad.

Según el jerarca policial brasileño, la Policía prepara el ambiente para que el Estado llegue a las favelas como "un tsunami de acción social".

"En nuestro plan hay 40 zonas pacificadas donde fueron atendidas 600.000 personas por parte del Estado", explicó.

En 2007, la Policía de Río de Janeiro planificó un operativo gigantesco para poder tomar el control de las favelas que estaban en poder de grupos de narcotraficantes. En esos lugares, dijo Benincá, el Estado no tenía ninguna injerencia.

"Hicimos un estudio para ocupar esas áreas -los `morros` de Río de Janeiro- y también el asfalto" -los barrios costeros-, explicó el jerarca policial norteño.

Entre 2007 y 2009, el gobierno central, el Estado de Río de Janeiro y el municipio carioca unificaron políticas y recursos para realizar un combate al narco- tráfico con tropas de elite. "Sabíamos que precisábamos 500 policías egresando de la Escuela de Policía por mes preparados para ese objetivo. En este momento puedo decir cuántos saldrán de la escuela y dónde cumplirán tareas", dijo.

Destacó que la Policía carioca debió mejorar su armamento porque las bandas de traficantes comenzaron a usar armas automáticas en sus enfrentamientos con fuerzas policiales o en pujas entre ellos por controlar más territorios.

"Más territorio significa más bocas de ventas de drogas", explicó el jerarca norteño.

Junto con el plan de intervención de las favelas, la Policía de Río de Janeiro también planificó operativos en barrios de clase media y media baja de la ciudad.

Según Benincá, se dividió la ciudad en cuadrantes y hay responsables de la seguridad en cada uno de ellos. "Si suben los guarismos delictivos, se los llama a ellos y deben dar explicaciones", relató.