La otra cara de las trabas comerciales

ANDRÉS OYHENARD

Las trabas comerciales de los vecinos ya está repercutiendo en la vida diaria de trabajadores y microempresarios. Algunos hacen changas para elevar sus ingresos o cambian de empleo y otros aún esperan por una solución para volver a la normalidad.

En Nueva Helvecia, una pequeña localidad de Colonia, el comentario generalizado es "¿qué va pasar con Pressur; está complicado no?", dice un trabajador de la empresa para ilustrar la incertidumbre que gira entorno al futuro de la firma. Es que la imprenta -que opera desde una zona franca- hace dos meses que no puede exportar libros por las trabas al comercio que aplica Argentina (donde coloca el 90% de sus ventas al exterior) y hoy tiene a más de la mitad de sus 200 trabajadores en seguro de paro.

Los trabajadores de Pressur hace cuatro meses que entran y salen del seguro de paro para sobrellevar la situación. "Es muy difícil sobrevivir con esta coyuntura, porque ves como cada mes los ingresos se van reduciendo y no podés enfrentar las cuentas", advierte preocupado este empleado.

Para Nueva Helvecia, Pressur es el segundo emprendimiento industrial en importancia detrás de la firma láctea Ecolat. En la imprenta trabajan alrededor de 70 mujeres que no tienen demasiadas opciones para obtener otro empleo en caso que la empresa decida su cierre ante la imposibilidad de exportar a Argentina. La incertidumbre con la que funciona la empresa determinó que varios trabajadores renunciarán para buscar otros destinos. De hecho, algunos lograron ingresar en la construcción de la pastera Montes de Plata en Conchillas a unos pocos kilómetros de Nueva Helvecia. "Muchos no pueden esperar a que la situación se normalice porque tienen familia y el seguro no alcanza para vivir", explicó la fuente.

En tanto, la industria de la vestimenta también atraviesa una coyuntura delicada. Rosario Peña, una pequeña empresaria del sector de Libertad (San José), dijo a El País que en su ciudad son alrededor de 2.500 las fuentes de trabajo que dependen de los talleres minoristas que trabajan desde sus domicilios para empresas grandes del sector que luego exportan a Argentina. Peña informó que producto de esta situación se vio obligada a enviar a 10 de sus 15 empleadas al seguro de paro.

"Estamos trabajando con una presión psicológica continua por la pérdida de nuestra fuente de ingresos, porque sabemos que en cualquier momento nuestros clientes van a dejar de pagarnos por la mercadería porque no pueden vender la producción en Argentina", señala otra tallerista minorista con 22 años de actividad. Agregó que en la zona de Libertad hay varios talleres que ya tienen importantes deudas, por tanto, están dejando de trabajar. "La mayoría de las talleristas son jefas de familia que no pueden encontrar otro trabajo que les permita ganar lo suficiente para pagarle a una persona que les cuide a sus hijos", explicó.

Por su parte, los trabajadores de la firma automotriz EFFA en San José también están pasando por una "realidad compleja", según comentó a El País el vocero del gremio Sergio García. La planta llegó a ocupar un máximo de 450 trabajadores en septiembre del año pasado. Hoy apenas ocho administrativos son quienes continúan trabajando, por las trabas a las exportaciones que aplicó en este caso Brasil. "La situación supuestamente se iba a arreglar en el corto plazo, pero ya llevamos cuatro meses de incertidumbre", señaló García. En promedio, los trabajadores de EFFA cobran de seguro de paro unos $ 6.000, aunque hay casos de hasta $ 4.000. "Con esta plata es muy difícil mantener una familia. Muchos trabajadores no pueden agarrar changas porque nadie quiere emplear en negro, entonces, se pierde el seguro", explicó.

Según García, cuando un trabajador está en seguro de paro (como su caso) se comienza a aplicar una conducta "recesiva" para achicar gastos y "tratar de no endeudarse" con las tarjetas de crédito. "Todo el comercio de la zona entre Playa Pascual y Delta del Tigre está sintiendo el efecto", graficó.