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El estrés psicológico en la primera infancia, la violencia doméstica y los maltratos son un trauma para los niños, que sometidos a esas experiencias muestran signos de envejecimiento precoz en su ADN. Por ello son entre siete y diez años "más viejos" que los que no sufren esas experiencias, demostró una investigación de Idan Shalev, del Duke Institute for Genome Sciences & Policy de Durham, publicada en la revista Molecular Psychiatry.
El envejecimiento real de una persona puede ser muy distinto de su edad biológica. Para medir la edad biológica real es preciso observar su ADN, más exactamente el largo de sus telómeros, es decir las extremidades protectoras de cada cromosoma. Los telómeros funcionan como los protectores plásticos de los cordones de los zapatos, evitando que el ADN se "deshilache": cuanto más largos son estos telómeros, tanto más saludable es el ADN y más joven permanece la persona.
Los científicos midieron los telómeros de más de 2.000 niños. Se habían acortado más rápido en los niños expuestos a dos o más tipos de violencia, lo que los expone, según los técnicos, a desarrollar enfermedades diez años antes que sus pares. ANSA
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