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Ecuador hace gala de su curiosa posición geográfica con una urbe de fantasía donde los visitantes experimentan con las leyes físicas.
MARTIN WAIN*
El día y la noche tienen hoy la misma cantidad de horas. Es 23 de septiembre, segundo equinoccio del año, cuando los polos de la Tierra están a igual distancia del Sol. Sobre la línea del ecuador, la luz solar caerá de manera perpendicular al mediodía; será entonces cuando Quito se convierta en una ciudad sin sombras.
Ecuador hace gala de su curiosa posición geográfica con una urbe de fantasía: la Ciudad Mitad del Mundo. Es un predio turístico a unos 16 kilómetros de la capital, en San Antonio de Pichincha, que cuenta con un obelisco, un planetario, un insectárium, un museo etnográfico y una extensa línea amarilla pintada en el suelo, que simboliza la línea ecuatorial. Todos los visitantes buscan tomarse una foto sobre ella, con un pie en el hemisferio Sur y el otro en el Norte, detrás del cartel que indica la latitud 0°0`0", aunque la línea no pase exactamente por ahí.
En equinoccio o cualquier otro día del año es interesante visitar esta región a igual distancia de ambos polos. Aquí los cuerpos pesan menos que en otros puntos de la Tierra -los motivos, en la ley de Newton- y para comprobarlo hay una balanza, en uno de los bares de este complejo inaugurado en 1985.
El predio cuenta con pabellones educativos y una veintena de negocios con productos de la región. En la cafetería frente al obelisco se ofrece el diploma de Yo estuve en la mitad del mundo, por US$ 2, y un sellado gratis en el pasaporte. También se puede hacer ahí la prueba que más atrae a los visitantes: parar un huevo sobre un clavo.
En una pequeña mesa del patio -con restos de los huevos rotos de quienes fracasaron en el intento- se desafía así a la ley de gravedad. "El huevo fue también un símbolo indígena en relación con los cuatro elementos principales que formaban parte de su cosmovisión: la clara representa el agua; la cáscara, la tierra; la yema, el fuego, y la tela en su interior es como una cámara de aire. En otros países se puede también equilibrarlo sobre un clavo, pero es más difícil y lleva más tiempo", explica María Eugenia Serrano, que comanda un museo privado junto al predio. Éste se llama Inti Ñan (camino del Sol) y recopila elementos de la cultura preincaica para mostrar, de manera didáctica, las particularidades de esta región y cómo fueron descubiertas y aprovechadas por habitantes originarios a través de observaciones astronómicas.
El recorrido es muy curioso. La guía muestra, por ejemplo, cómo la diferencia en la rotación de la Tierra hace que el agua gire en sentido contrario en cada hemisferio. "¿Es como cuando Bart Simpson llama a Australia para ver cómo gira el agua del inodoro?", pregunta un adulto entusiasmado. Exacto. La teoría es conocida como el efecto de Coriolis.
Para hacerlo, ubica una bacha de cocina exactamente sobre la línea que representa al ecuador. Dentro de la bacha coloca unas hojas, echa agua y quita el tapón. Las hojas, al igual que el agua, caen directamente al suelo. Luego hace la prueba a un metro de la línea, del lado del hemisferio Norte: las hojas y el agua giran al caer en sentido antihorario. Repite el ejercicio a sólo un par de metros, en el hemisferio Sur: el desagüe es en el sentido de las agujas del reloj. Otra prueba es con los brazos de los visitantes haciendo palanca, para ver cómo la fuerza de gravedad afecta los cuerpos de manera diferente.
LÍNEA POLÉMICA.
La Ciudad Mitad del Mundo, administrada por el Consejo Provincial de Pichincha, fue construida en honor a unas misiones francesas de 1736, que habían llegado al país para comprobar la verdadera forma de la Tierra. Sin intenciones de ser exacto, su monumento fue construido 7,7 segundos al sur (unos 243 metros) de la verdadera línea ecuatorial, según se comprobó años más tarde.
Muy cerca de allí, en la posición prácticamente exacta, se encuentra el Museo Inti Ñan. Entre ambos predios turísticos hay una calle y un paredón, que impide la visibilidad entre un lugar y otro. "Construyeron la pared para que no nos vean los turistas -afirman en Inti Ñan. Con el GPS se determinó que nuestra línea está en la ubicación precisa, aunque trabajamos con dos centésimas de segundo de margen de error, porque no es exacto ningún GPS". Lo cierto es que vale la pena visitar ambos lugares, por la inmensidad del predio oficial y por los juegos didácticos de Inti Ñan. * La Nación/GDA