El riesgo del barrio

SEBASTIÁN CABRERA

Es apenas una muestra de la típica -y tan uruguaya- viveza criolla: hay un pequeño caño que se conoce popularmente como "robador" y que existe en miles de casas, desde Salinas a Bella Unión. Su objetivo es que, cuando el agua del pozo negro llega al límite, se desagote hacia la calle. Así, un hilito de agua verde corre cerca del cordón o en la cuneta. Hace algunas décadas era muy común verlo en las veredas montevideanas y aún hoy se ve en el interior

"Si te mojás con esa agua, tenés la hepatitis asegurada", dice con un poco de exageración el vicepresidente de OSE, Daoiz Uriarte. Pero algo de eso hay: a mediados de 2006 la localidad canaria de Empalme Olmos sufrió una epidemia de hepatitis y todo se originó en una casa que desagotaba el pozo negro hacia la calle con ese caño "robador".

El alcalde de Pando, Martín Barindelli, se desempeñaba como secretario de la junta de Empalme Olmos en 2006 y dice que el único vínculo entre la primera familia con hepatitis y los demás focos que se empezaron a generar en la zona era esa agua que corría por la cuneta. "No había integración entre las familias, la hepatitis se transmitió por allí", dice hoy Barindelli.

Las cifras han mejorado en la última década, pero aún el 54% de la población del interior urbano no tiene saneamiento, mientras que en el Montevideo urbano el 96% tiene acceso al servicio (aunque hay miles de personas que no se conectan). Si se cuenta también el Montevideo rural, la cifra baja al 85%. En la capital no hay cobertura en Punta de Manga, y algunas zonas de Paso de la Arena, Santa Catalina y Pajas Blancas. Las obras de alcantarillado está en su fase final en Casabó, Cerro Norte y Carrasco Norte.

En los lugares donde no hay saneamiento funciona el viejo sistema de pozo negro, que en teoría debe ser desagotado una vez al mes en el caso de una familia tipo de cuatro o cinco personas.

Pagar el servicio de barométrica hoy sale entre 700 y 900 pesos. "La gente pone internet y televisión por cable pero no quiere gastar en barométrica", dice el alcalde de Suárez, Leonardo D`Andrea. Su colega Barindelli coincide en que la gente "aún no es consciente de la gravedad de tirar a la cuneta" el agua servida e incluso a veces rompe el fondo del pozo negro para que "filtre a la tierra", lo que a su vez genera el efecto inverso de que el pozo se llene rápido cuando llueve.

La alcaldía de Suárez trabaja en un plan piloto con el LATU para tratar el agua de los pozos negros, teniendo en cuenta que en la mayoría de las casas está el caño "robador" que desagota a la cuneta. "El agua podrida, contaminada, la tenés ahí. Eso pasa en Suárez y en la mayoría de las localidades", dice el alcalde D`Andrea. Lo que se intentará hacer es que esa agua salga a la cuneta sin olor ni contaminación, aunque no sea potable. "Es la única manera de empezar a poner orden".

En la vecina Barros Blancos, solo existe saneamiento en el 5% de una zona donde viven unos 40.000 habitantes. El servicio abarca a algunos asentamientos donde trabaja el PIAI y a un proyecto financiado por la Unión Europea que instaló 19 baños secos donde se convierten las heces en abono.

"El resto de Barros Blancos es una gran cámara séptica", dice el alcalde Napoleón Da Rosa. Allí, el Centro Uruguayo de Tecnologías Apropiadas (Ceuta) y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) diseñan un proyecto para combatir las parasitosis. Para eso, estudiaron a todos los niños de la escuela 187 de la Villa Universitaria y resultó que el 65% tiene parásitos intestinales, producto de la "elevada contaminación fecal ambiental".

Y también está el problema de la regulación de las barométricas, tarea que en general recae en las intendencias. En Pinar Norte, por ejemplo, hay piletas para que las empresas que trabajan en Pando y Ciudad de la Costa tiren los desperdicios.

Pero no siempre lo hacen. "Si están muy lejos de la pileta, a veces lo tiran en cualquier lugar para ahorrarse un viaje", dice Barindelli, alcalde de Pando. Y cuenta que recibe denuncias de vecinos "que dicen que los camiones tiran en arroyos, cañadas o campos". Si eso se comprueba, hay multas y hasta se puede cancelar la autorización. Pero, la verdad, "es difícil" controlar a las empresas, dice D`Andrea, alcalde de Suárez.

PARCIAL. El problema es particularmente crítico en la periferia de la capital y de Canelones, pero no es exclusivo de esa zona. En la mayoría de las capitales departamentales hay alcantarillado aunque solo accede a él una parte de la población: la cobertura va desde el 82% de Trinidad (Flores) al 39% de Rocha. En Bella Unión, por ejemplo, apenas el 22% de la población tiene acceso al saneamiento.

Pero también hay gente a la que el servicio le pasa por la puerta de la casa y prefiere no conectarse. OSE estima que se trata de unas 160.000 personas.

Un proyecto de ley enviado al Parlamento hace unos meses obliga a conectarse a la red a quienes pueden hacerlo y le otorga a OSE y a la Intendencia Municipal de Montevideo la facultad de poner multas. El ente financiará las conexiones de quienes deban hacer obras: en algunos casos implica modificar la sanitaria interna, por ejemplo, cuando el pozo negro está al fondo de la casa. Eso sale entre 500 y 1.500 dólares.

El servicio de saneamiento de OSE vale unos 240 pesos mensuales contra al menos 700 pesos de barométrica si se desagota el pozo negro todos los meses.

Pero hay ciudades, sobre todo pequeñas, donde directamente no llega el servicio. Quebracho, en el noroeste de Paysandú, tiene unos mil habitantes y la obra le saldría a OSE cerca de 1.800.000 dólares. Y en San Gregorio de Polanco, en Tacuarembó, costaría unos tres millones y medio de dólares para sus 1.600 habitantes.

En una zona de la ciudad de Tacuarembó, que se llama Barrio López y tiene 15.000 habitantes, se trabaja para extender el alcantarillado. Eso saldrá cinco millones de dólares. "Estas obras son muy caras y no tienen un retorno que justifique la inversión", dice Uriarte, "siempre son a pérdida, no hay rentabilidad".

CATEGORÍAS. Hay diferentes tipos de saneamiento. En Montevideo, donde el servicio está a cargo de la intendencia, se hace un tratamiento primario al agua para retener grasas y sólidos y el emisor desagota dos kilómetros y medio hacia adentro del Río de la Plata.

"Pero el saneamiento de Montevideo es malísimo", dice María Selva Ortiz, coordinadora de la asociación ambientalista Redes-Amigos de la Tierra. "Tiramos el agua al mar sin depuración; solo hay un colador que evita que no se vayan bolsas y otras cosas".

Marcel Achkar, Ana Domínguez y Fernando Pesce dicen en su Diagnóstico Socioambiental Participativo Uruguayo que "las aguas son inyectadas en el Río de la Plata a varios kilómetros de la costa, apostando a la capacidad depuradora del río, sin evaluar los efectos acumulativos a mediano y largo plazo".

Desde OSE, en cambio, Uriarte afirma que lo que se hace en Montevideo está bien porque el agua se va depurando a lo largo de los dos kilómetros de colector y que luego se desagota mar adentro, que es distinto que hacerlo en un arroyo o en una laguna.

En otros puntos del país se realiza un tratamiento secundario avanzado del agua que incluye proceso de filtración, extracción de lodos y tratamiento ultravioleta "para terminar de matar las bacterias y demás contaminación orgánica". Es el caso de los nuevos sistemas que funcionarán en Ciudad de la Costa y en Punta del Este.

Esas dos zonas son la prioridad número uno para OSE. La obra de Ciudad de la Costa -que saldrá unos 90 millones de dólares- permitirá dejar de usar el sistema de pozo negro. En diciembre terminarán la planta y en marzo el caño emisor. "Pero no quiere decir que de inmediato esté saneado todo porque luego hay que hacer la red interna", dice Uriarte.

En Punta del Este ya existe una red de alcantarillado que atiende 600.000 personas en verano y 50.000 en invierno, pero las dos plantas (una en Puntas del Chileno y otra en Punta de las Salinas, bien en la punta de la península) no dan abasto en temporada.

La obra, de unos 80 millones de dólares, estará pronta en 2012. Y, según asegura el vicepresidente de OSE, el agua saldrá al océano con un tratamiento previo tal que "uno se podría bañar" con ella.

Pero Uriarte adelanta que hay ciudades que nunca tendrán saneamiento: "Sería excepcional llegar al 70% del país". Hay lugares, como Ismael Cortinas en Flores o Santa Clara del Olimar en Treinta y Tres, donde la población no reclama saneamiento ni alcantarillado. "La gente ahí no se quiere complicar", dice Uriarte. Así, allí seguirán con pozo negro, barométrica y, claro está, cañito "robador".

54%

de la población del interior urbano no cuenta con sistema de saneamiento por alcantarillado y funciona con el viejo mecanismo de pozos negros y limpieza de barométrica. En el año 2000 era el 62% y en 2007 el 57% del total.

85%

de los montevideanos tienen acceso al saneamiento. La cifra sube al 96% si se toma solo el Montevideo urbano. Puntas de Manga, Paso de la Arena, Santa Catalina y Pajas Blancas son zonas sin cobertura o con cobertura parcial.

160

mil uruguayos no se han conectado al saneamiento y siguen con el pozo negro, pese a que la conexión pasa por la puerta de su casa. El Poder Legislativo prepara un proyecto de ley para obligar a estos ciudadanos a usar el servicio.

80

millones de dólares le costará a OSE las obras para tener una nueva planta de tratamiento en Maldonado y Punta del Este. El agua saldrá al mar tan limpia que "uno se podrá bañar" con ella, dice el vicepresidente Daoiz Uriarte.

Ranking de prioridad de ose

v Las más

Una consultora israelí elaboró hace unos años un ranking de prioridades de las obras de saneamiento de OSE. La lista incluye 78 ciudades y el primer lugar lo ocupa Pando, que tiene la mitad de la población sin saneamiento. Allí las obras se inician en 2013. Luego sigue Salto (se proyectan obras por 25 millones de dólares), Rincón de la Bolsa, Mercedes y Artigas (se proyectan obras por ocho millones de dólares).

v Las menos

En los últimos cinco lugares del ranking se ubican (empezando por las menos prioritarias): Santa Clara del Olimar, Cerro Colorado, Nuevo Berlín, Sarandí del Yi y Cerro Chato.

"Es una amenaza para la salud"

Nicolás Marinof, experto belga en saneamiento; Master en Ingeniería Rural en Cranfield, Gran Bretaña.

El servicio centralizado de saneamiento abarca a Montevideo y las ciudades más grandes del país, pero la extensión de la red de alcantarillado al resto del territorio se enfrenta a un alto costo de inversión.

En la zona rural, en la mayoría de los asentamientos y en pequeñas ciudades, cada vivienda usa el viejo sistema de pozo negro cuyos efluentes originan problemas ambientales: anegamiento, aumento de nivel de las napas freáticas, contaminación de suelos y también de aguas. El fecalismo ambiental es una práctica frecuente entre la población más pobre.

La situación es crítica en la costa, por la alta densidad de población (lo que empeora en verano) y la fragilidad de los ecosistemas costeros (playas, dunas, humedales y lagunas). El saneamiento inadecuado constituye una amenaza seria para la salud pública, el patrimonio costero y el turismo.

Pero lo más crítico está en las periferias urbanas de Montevideo y Canelones porque la falta de saneamiento se agudiza por la extrema pobreza, la expansión urbana sin planificación, la alta densidad de población y el hacinamiento en viviendas precarias. Los niños son los más afectados por las enfermedades diarreicas y parasitarias.