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 Sábado 29.09.2012, 14:07 hs l Montevideo, Uruguay
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TRECE CANCIONES DEL MAESTRO DE LA FUSIÓN

Música mestiza

Luego de 20 años Jorge Galemire editó un nuevo disco solita en Uruguay. Trigo y plata se presenta el 4 de octubre en El Tartamudo.

MARIÁNGEL SOLOMITA | FOTOS: JULIO FLORES

Desde su terraza, en un onceavo piso de la Ciudad Vieja, Jorge Galemire puede ver casi todo el barrio. La vista está rodeada de agua, barcos, plazas, azoteas, construcciones célebres, copas de árboles y peatones. El apartamento tiene otras ventanas que recortan paisajes parecidos a los de una postal. El lugar está lleno de posibles canciones de Montevideo y de los montevideanos. Sin embargo él elige mirar desde la altura y pensar en el conjunto. Las canciones de Trigo y plata, y las de su carrera, no hablan de los detalles; se ubican en lo que permanece, en lo que es común a los hombres. Por eso le gusta ocuparse sobre todo de las melodías, amo y señor de los sonidos que él orquesta y encierra en intervalos de tres minutos, y que a sus 61 años lo han convertido en uno de los arreglistas y compositores más importantes de la música uruguaya.

Hacía 20 años que Galemire no editaba un disco en nuestro país. Los años para explicar este momento de su vida, importan: hace 46 que es músico, vivió 13 en España, hace 8 que volvió a Uruguay; Trigo y plata lleva 7 pronto.

En ese lapso pasaron muchas cosas. Ayuí editó Nosotros tres, grabaciones de los espectáculos de café concert que protagonizó junto a Eduardo Rivero y a Eduardo Darnauchans en 1976 y en 1993. El sello Perro Andaluz lanzó La generación perdida, disco que recoge las composiciones realizadas a dúo con Rivero. Retomó su antigua banda pop Los championes, con una formación que integra su hijo Mariano y el músico Rodrigo Vicente. Prepara un disco de versiones de otros autores como Rubén Rada, Dino, Fernando Cabrera, Mandrake Wolf, Estela Magnone. El 3 de octubre tocará en Kalima con la agrupación Los Picles, un proyecto que homenajea a Los Beatles. Un día después presenta Trigo y plata en El tartamudo, trece canciones que esperan desde el 2005.

Este último registro fue financiado por un productor neoyorquino, pero por decisiones confusas quedó estancado en un cajón del otro lado del mundo. Un ruido de llaves interrumpe el relato de Galemire, entra una mujer de pelo rubio y canoso, a la que presenta como Vicki (Fiske), autora del tema 7, Las hermanas, y pareja del músico desde hace 18 años. El título del disco se refiere al color del pelo de esta mujer.

"Fue concebido desde el amor por la música, también por el amor a ella, por supuesto. Más bien me he divertido mucho haciendo todo esto por la música. A mí me daba pena que esto no saliera, entonces empezamos a pelear (junto a Ayuí) por la compra del máster del disco, y lo hicimos y ahí está."

-¿Cuándo aparecieron estas canciones?

-A lo largo de mi vida, digamos. Algunas son consecuencias de vivencias más bien contemporáneas al hecho de hacer el disco, otras son muy viejas. Los desencuentros es un tema como del `80 y jamás se había editado. Y recuperé algún tema compuesto por los `90, como Otra vez; lo grabé de nuevo, en otro formato, más acústico.

-¿Solés componer específicamente para un disco?

-Me pienso el disco. Incluso hay algunas canciones que excluyo de las grabaciones, pienso en el tema o en el criterio. Los desencuentros es una canción que nunca grabé y se me ocurrió hacerlo ahora porque encontré una forma de arreglarla. Recuperé otras canciones que había hecho en discos anteriores, pero son dos nomás, el resto es todo material desconocido.

-En una entrevista que emitió hace poco Canal 10, contabas que cuando produjiste Sansueña (Eduardo Darnauchans, 1978) no encontrabas músicos. En este disco te acompañan 13.

-En mis discos siempre invito gente, en Segundos afuera (1983) participaron 51 músicos. El caso de Sansueña fue puntual, una coyuntura particular, estábamos en plena dictadura y no se podían conseguir músicos, el rocanrol estaba hecho pomada, no quedaban músicos de rocanrol y nunca más existió esa movida hasta los `80, cuando aparecieron Los estómagos, Los tontos, Los traidores, y volvimos a tocar Dino, y los que hacíamos Candombe beat. Pero fue complicado, con el Darno no podíamos encontrar músicos entonces tuve que tocar muchísimos instrumentos. No fue una decisión de ego, es que no había otra posibilidad, ¡hasta la batería toqué!, qué atrevido.

-Las circunstancias históricas han ido cambiando tu manera de arreglar las canciones.

-De producirlas, sí. Vi esta moda de la cosa acústica, esta cosa despojada, minimalista -que no es esto, el minimalismo es una forma de música que no tiene nada que ver con esto-, minimalista desde el backline (refiere a los requerimientos técnicos en el escenario). Bueno, no hay mal que por bien no venga, entonces al empezar a ver las canciones, a recuperarlas, me di cuenta del nervio de las canciones, de cierto esqueleto que tenían y a partir de ahí empecé a trabajarlas, para poder ofrecer una versión acústica y solitaria que valga la pena. Si bien es un formato que no da muchos problemas al mismo tiempo es un ejercicio de ética, porque no podés hacer el mismo acorde todo el tiempo: tenés que laburar, tenés que recuperar el nervio de la canción, ver cómo fueron hechas y dotarlas de una forma de tocar que no dependa de otros músicos.

-Tenés ganas de subirte al escenario...

-Muchísimas, y de entrar a estudios. Yo eso lo hago permanentemente. Lo que cuesta es tocar en vivo, porque soy un poco mayor ya, la gente prefiere otro tipo de alternativas musicales, todo esto del Candombe beat ha quedado un poco para atrás. Hugo Fattoruso lo dijo en un reportaje, que el candombe canción quedó relegado, hay mucha murga, mucho rock, y a mí me gusta todo eso...

-Justamente iba a preguntarte si tú te reconocés en los músicos más jóvenes, porque se habla de tu generación como la que forjó la identidad musical de este país, ¿cómo ves hoy el panorama musical?

-La escena musical está restringida, creo yo, y se circunscribe al rocanrol y a alguna cosa murguera y todo lo demás son como flashes, como Las llamadas: esto lo ves a través de composiciones pero no son canciones. El Candombe beat sufrió la indiferencia, es un rubro que no se está estilando hacer, y no es que yo haga solo eso...

-Pero le tenés más cariño al Candombe...

-Le tengo muchísimo cariño pero en realidad me gusta todo. La música pop, el rock, la música clásica también. Tuve un momento en que compraba discos y discos de música barroca y medieval, todavía me sigo alimentando de eso, y de la llamada música celta, incluso tuve una banda con una cantante galesa (Karen Ann) y grabamos un disco, Trelew (2005).

-Cuando se lee acerca de tí siempre te definen como un músico de fusiones.

-Sí, hago música mestiza.

-¿Hoy qué música te interesa?

-Es todo. Ahora tengo una obligación importante porque este disco salió después de tanto sacrificio, pero esto estaba pronto en 2005, en este tiempo han pasado muchas cosas, entonces tengo que ponerme a actualizar, poner los dedos y ensayar muchísimo. Ahora me concentro en este disco, pero siempre fui de música mestiza.

-De los sonidos que conseguiste a lo largo de tu carrera, ¿cuál disfrutaste más?

-Todos. Ese es el problema...Casi siempre me sentí cómodo con todos, quizás como dijiste hace un rato, la veta que más disfruté fue la del Candombe beat. Por eso peleé porque sentí que la dictadura la había apagado, entonces sentí que era necesario salir a hablar un poco del asunto.

-Fernando Cabrera decía en el DVD de Intro que es muy difícil saber de qué escribir en estos tiempos, ¿esto te preocupa?

-Nunca seguí ninguna moda entonces eso facilita algunas cosas ¿De qué hablar? El amor es eterno, la gente se relaciona, se pelea. Yo no hablo del barrio ni de la cuadra, no soy de hablar de esas cosas. Solamente hablo de cosas generales, no quiere decir que me evada del asunto, no hablo de tambores ni de escobilleros, utilizo la forma, con todo respeto, sino el "Lobo" Núñez no me querría.

-Nueve de las trece canciones de este disco tienen letras de otros músicos. La co-autoría fue una constante en tu carrera.

-Sí, sobre todo con Mauricio (Ubal), desde mi primer disco (Presentación, 1981) componemos juntos. En este disco hay cuatro letras suyas. Cuando él escribe para músicas que yo le paso las letras son distintas. Por ejemplo en Café Bogart no habla de nada de sus temas recurrentes. Incluso cuando yo vivía en Madrid nos mandábamos las letras por fax, yo le mandaba las melodías por cassettes. Dos o tres temas de este disco los armamos así.

-Entonces una letra como La melodía, que cierra el disco, ¿es un espejo de esta manera de componer?

-Claro, él me decía que se coloca un poco en mi lugar cuando escribe las letras, `trato de pensar como vos`. En La melodía me mató, "la melodía se moría por volverse una canción. Día tras día esperaba en la guitarra del cantor que paseaba por bossanovas, milongueos de rocanrol, dibujando los acordes se perdía sin bajarse a escuchar su corazón". Pah. Nunca me pasó eso, incluso lo hablé con él; me dijo que la escribió pensando en fantasías, es que bien podría estar hablando de un músico que hace esto.

-Esto de compartir letras es más propio de tu generación, ¿no te parece?

-No sé cómo funciona ahora que es todo más sofisticado. El tema es que los tipos de mi edad más o menos compartíamos nuestros gustos, nos veíamos más, competíamos menos. Somos hijos de los `60, nos abrió la cabeza. Hay veces que todo pasado sí fue mejor. Acá se tiende a la destrucción sistemática de la historia y no estoy de acuerdo con eso. No es que me pase mirando para atrás, si eso pasó, pues lo tienes en cuenta, ¿cómo zurcís tu vida si no tenés en cuenta el pasado? Está mal pasarte aplaudiendo los recuerdos, pero tienes que tener en cuenta lo que ha ocurrido.

-¿Podés decir que hoy conocés a tu público?

-Conozco la franja de edades, me doy cuenta: cuando veo más canocitos, sé que son los que se pueden acoplar -dice riendo-, pero ha entrado gente joven también y eso me llena de alegría. No porque yo extrañe la juventud, nunca la extrañé, voy cumpliendo años y no me molesta la edad que tengo, ¡si me quedo pelado, me quedo pelado y a joderse! No me preocupa ese tipo de cosas, pero sí me preocupa que debido a esta destrucción sistemática de la historia la gente joven empiece a tomar interés por esto. Estoy tocando con músicos que tienen 30 años menos que yo y sin embargo ligamos perfecto, esto me llena de satisfacción. Sabés, pienso hacer otro disco solamente de candombe canción, para militar por eso. No lo voy a hacer resurgir yo, pero por lo menos para que la gente sepa: para dónde van los tiros conmigo.

La primera banda que integró fue Epílogo de sueños, luego El Sindykato. Fue uno de los fundadores de Canciones para no dormir la siesta, Los que iban cantando y de Nosotros tres. Editó 5 discos: Presentación (1981), Segundos afuera (1983), Ferrocarriles (1987), Casa en el desierto (1991) y Perfume (2004, Argentina).

Galemire editó 5 discos como solista y participó en otros 60.

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