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EDWARD PIÑÓN
Si los dirigentes del fútbol uruguayo no le ponen fin a la ola de presiones en la Asociación. Si no terminan con la guerra dialéctica, con poner a todo el mundo "bajo sospecha". Si no levantan de una vez por todo la mira, jamás se podrá tener una competencia deportiva sana, leal y sin un entorno violento.
En la medida que acabe la ponderación de la viveza, que se eliminen los recursos jurídicos que doblan reglamentos, que se le ponga coto a los amantes de micrófonos y cámaras, se dará un paso hacia adelante para que los "insanos" no recojan malas señales.
Que no puede negarse que para esa gente que destila odio cualquier tipo de mensaje puede ser recogido como una invitación al ataque canallesco.
Está muy claro que la violencia está instaurada en la sociedad, que la droga está haciendo destrozos en la juventud y que el fútbol es la vía de escape de mucha gente para dar rienda suelta a la agresividad, pero si el resto colabora encendiendo mechas será muy difícil que se produzca un gran cambio.
Uruguay tiene muy buenos directivos, gente con valores humanos, con ética, lo único que falta es que alguien los una para que operen la transformación final. De otra forma, ir al fútbol será prohibitivo para quienes buscan disfrutar de un espectáculo.
Ovación digital
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