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SILVIA PÉREZ
Llegó a Montevideo desde su Rivera natal a los doce años para defender la camiseta de Danubio, una institución a la que ama con toda el alma, pero de la que está dispuesto a irse.
No jugó en todo el torneo Apertura y ni siquiera estaba en el banco. Sólo integró el banco de relevos ante River Plate, pero no entró. Por eso quiere buscar nuevos horizontes y por eso tantas lágrimas después de haber convertido los dos goles que le dieron al equipo de la Curva de Maroñas el triunfo ante Bella Vista y la punta del torneo. Es Atleta de Cristo y por eso cree que Dios tuvo algo que ver con esos dos goles.
El domingo de tarde su teléfono no paró de sonar. Era mensaje tras mensaje y la mayoría de sus propios compañeros de equipo. Los mismos que lo alentaron a seguir entrenando con fuerza a pesar de que su nombre no se incluía en la lista de concentrados para el fin de semana.
Iban 13 minutos del segundo tiempo y el técnico Martín Lasarte lo llamó para que ingresara en lugar del colombiano Daley Mena. Muchos se sorprendieron, pues pensaban que el primer cambio iba a ser Maidana, pero Scorza no fue uno de ellos. "En la semana venía bien y me sentía con muchísimas ganas. Además, el jueves tuve una conversación con Martín donde me preguntó si estaba bien para jugar. Estuvimos charlando y más o menos me venía haciendo la cabeza de que iba a volver a estar en el plantel. Gracias a Dios pude entrar y hacer los dos goles. Fue un sueño para mí", afirmó Scorza al comenzar la distendida charla que mantuvo con Ovación en los jardines del Museo Nacional de Antropología, frente a su casa ubicada en Instrucciones, casi Millán.
"El gol que me gustó más fue el segundo porque liquidaba el partido y, además, porque fue lindo el enganche. Era un partido muy importante para todo el grupo. Sabíamos que iba a estar complicado, entre otras cosas por la cancha que es chica y porque no íbamos a encontrar muchos espacios", agregó.
"¡Scorza firmá contrato! ¡No te vayas, por favor!", le pedían los hinchas el domingo en el Nasazzi. Sin embargo, el delantero está dispuesto a dejar el club, pero quiere irse de la mejor manera. "A Danubio siempre lo quise mucho porque hace ocho años que estoy en el club y siempre se portaron muy bien conmigo. Lo que pasa es que últimamente no he tenido continuidad y uno tiene que tomar decisiones que le permitan hacer la diferencia. Pero más que nada por jugar que es lo que todo jugador quiere. Como no se me ha dado, hablé con la gente del Grupo Casal, con Madrid que me representa, para que decidan mi futuro. Si hubiese tenido minutos, continuidad, no hubiera pasado por mi mente irme de Danubio. Ahora, lo único que quiero es irme bien. Poder jugar los últimos partidos para que vean que no me quiero ir porque sí nomás, porque no sienta el club, todo lo contrario. Pero tengo que pensar en mi futuro", afirmó.
Scorza tiene un ángel especial. Quizás por eso, porque pintaba para crack, o porque es un producto genuino del club, siempre fue el mimado de la hinchada de la franja. Lo piden constantemente y muchas veces los técnicos se han llevado algún insulto por no tenerlo en cuenta. "La hinchada me quiere muchísimo y yo siento lo mismo por ellos. Me apoyaron en todo momento, siempre estuvieron ahí y eso es una alegría muy grande para mí. El domingo cuando hice los goles y empecé a escuchar el canto de siempre, `¡Enzo, Enzooo!` sentí algo tan especial, algo tan grande, que es difícil poder explicarlo. No sé por qué se dio siempre esa relación tan estrecha entre la gente y yo. Será porque los saludo a todos. No hago diferencias con ninguno. Trato de ser siempre humilde. Creo que eso es fundamental porque la gente ve que sos siempre igual y que no te la creíste. A veces uno puede saludar a todos en general, pero yo prefiero hacerlo con todos, uno por uno. Un saludo, un beso no cuesta nada", dijo buscándole una explicación al asunto.
DOS CARAS. Hubo un momento en que Scorza pintaba muy bien, pero a la larga su carrera no resultó exactamente como esperaba. Su eliminación de la selección Sub 20 que dirigía Gustavo Ferrín antes del Mundial de Canadá fue un momento muy doloroso para él, lo mismo que no ser titular actualmente en Danubio. "A veces salir tanto en la prensa no es bueno, tiene una parte positiva y otra que no lo es. A veces se siente una presión muy grande por cumplir con las expectativas de los demás. Hay momentos en que uno puede llegar a dejarse estar un poco. De todas maneras, estoy contento de no haberme ido antes porque estando acá tuve la oportunidad de integrar varias selecciones juveniles. La Sub 15, Sub 17 y Sub 20, e inclusive viajar con la mayor a México, que fue lo máximo para mí. Aunque, por otra parte, si me hubiera ido capaz que hoy estaba jugando en Europa, o no porque hay jugadores que se van y no juegan. Nunca se sabe. Así como pasan cosas malas, las buenas están siempre por venir", aseguró con fe.
Si pudiera elegir sobre su futuro, preferiría irse a Europa y concretamente a Italia. "Me gusta el fútbol europeo, pero sé que mi representante va a hacer lo mejor para mí. Me encanta el fútbol italiano, aunque sea muy defensivo. Veo que las defensas son muy duras y los zagueros muy fuertes, pero cuanto más grandes son, es mejor para mi dribling", afirmó.
Antes de irse tiene una asignatura que cumplir, volver a obtener un título con Danubio para irse campeón. "Es una de mis metas más importantes. Me quiero ir campeón y gracias a Dios estamos primeros y con la ilusión intacta. Creo que es posible porque tenemos un buen equipo y hay un grupo bárbaro. El domingo resalté al grupo porque a mí me han ayudado muchísimo cuando entrenaba y entrenaba sin jugar y me iba para mi casa de mal humor. `¡Dale Nano, dale para adelante! ¡Vamo arriba, que ya vas a tener la oportunidad de jugar!`, me decían Matías Pérez, Esteban Conde, Sergio Rodríguez, Ribair y Vonder Putten. Todos. Y después del partido, de tarde, el plantel entero me mandó mensajes al celular y esa fue la alegría más grande para mí. Saber que tengo a mis compañeros conmigo es algo hermoso. Eso me dejó todavía más feliz que los goles que pude convertir", finalizó.
Datos: Nació el 1° de marzo de 1988. Jugó en Sarandí de Rivera y Danubio. Disputó sudamericanos y mundiales con las selecciones juveniles.
Familia: Vive con sus padres Aldo y Kela, y su pareja Natalia. Su hermana Stephany, dos años menor que él, regresó a Rivera con los abuelos.
Técnicos: Destacó a Gustavo Machaín como el mejor que tuvo, fue en la Sexta de Danubio. Dio un gran salto desde su segundo año de Quinta a Primera División. Lo subió Gustavo Matosas.
Cristo: Es Atleta de Cristo y va asiduamente a la iglesia.
Conoció a su pareja, Natalia, comiendo una hamburguesa en McDonald´s. "Es que yo a bailes no voy", se atajó ante la curiosa experiencia. Fue hace un año y medio. Enzo había llevado a un vecinito suyo, Santiago de dos años. En la fila para la caja se encontraba Natalia, estudiante de Administración de Empresas, con una amiga. El niño no paraba de correr de un lado para el otro, entonces Scorza aprovechó y comentó en voz alta: "menos mal que es mi vecino, no mi hijo". Luego, subió y estuvo con el pequeño como una hora en el pelotero, pero no podía sacarse a la joven de la cabeza. "Bueno, si Dios quiere que sea para mí, va a estar ahí cuando bajemos", se dijo. Y así fue. Al subirse a su camioneta con el pequeño le pidió, con un gesto, el número de teléfono, pero ella negó con la cabeza. Después de insistir tres veces, la amiga se lo alcanzó. La llamó y empezaron a salir. Varios meses después se fueron a vivir juntos.
Ovación digital
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