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En el liceo de la capital le dijeron que era un alcahuete
Scorza llegó a Danubio a los doce años. La posibilidad surgió por intermedio de un tío suyo, Jorge García, que habló con un pariente en Montevideo y este se comunicó con Rafael Perrone, uno de los captadores de talentos de los danubianos. Vino a probarse, pero una práctica fue suficiente para que decidieran ficharlo. También lo querían de Gremio de Brasil y de River Plate argentino.
La familia entera dejó Rivera y se mudó a la capital. Atrás quedó el trabajo de Aldo, su padre, como pintor de autos y la panadería y el almacén de su madre, Miriam, más conocida como Kela. Atrás quedaron las amiguitas de su hermana Stephany, de tan sólo diez años y el primer año de liceo que cursaba el propio Enzo.
El cambio fue muy grande y le costó a toda la familia. El jovencito encontró un mundo muy diferente y sufrió al adaptarse. "Me inscribieron en el Liceo 18, de Millán y Larrañaga, y me acuerdo que el primer día entré al salón y le fui a dar un beso a la profesora de física. `¡Qué hace, vaya a sentarse!`, me cortó, mientras mis nuevos compañeros me tildaban de alcahuete. No entendía nada, era sólo un niño y estaba acostumbrado así porque en Rivera era lo más común saludar a los profesores con un beso, lo hacíamos todos. Y algo parecido me pasó en Danubio, si saludaba a los entrenadores me decían que era raro o flor de al- cahuete", relató el delantero.
Para sus padres tampoco fue sencillo. Los representantes de Enzo le dijeron a su padre que no debía trabajar, sino limitarse a cuidar a su hijo. Y en ese momento ¡tenía sólo 38 años! Hoy están esperando que se defina la situación para volverse a Rivera lo antes posible.
Para Stephany fue aún peor. La fama de su hermano, que no tardó en destacarse en las selecciones juveniles y en aparecer en los diarios y la tele, hizo que se sintiera desplazada. En cuanto creció volvió al pago.
Ovación digital
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