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LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES por L. Fernández
Su futuro depende de su mejoría
Se venía la noche en Montevideo y los bolsos de la ahora tribuna Abdón Porte quemaron sus fuegos de colores antes de terminar el partido para no llevarlos de vuelta a casa envueltos en la bronca del empate, pero su cuadro en el último suspiro les dio una lección de fe. Córner, pelota por arriba y ¡oh paradoja! El más pequeño de todos los que estaban en la cancha, Nicolás Lodeiro, ganó de cabeza y gol. Como Defensor Sporting días atrás contra América de Cali, Nacional peleó, corrió (a veces bien, a veces mal), luchó cada pelota, sudó tinta y al final se llevó por delante al rival con nombre de santo en una especie de rito pagano cuando el tiempo moría.
No le sobró ni un pelo. Cuando se puso a ganar no supo aguantar al rival, corriendo tras él en vez de esperarlo para liquidarlo de contra. La línea de volantes se volatizó al compás del toque peruano y de esa zona nació la salida para el empate. Un golazo para cada lado y final del primer tiempo.
En el segundo fueron los visitantes los que esperaron para matar de contra y sólo el bueno del palo (identificado con la casa) se interpuso y devolvió la pelota cuando era el segundo gol peruano que liquidaba todo.
Nacional no se entregó y con los cambios (estaba cantado que debían entrar el "Morro" y Lodeiro) mejoró algo y jugando pa` delante, con dientes apretados, tuvo su premio. No fue prolijo, atildado, ni estuvo bien parado, pero que metió, metió. Cuando no hay fútbol bueno será empujar. Ganó de local. Es lo que estaba obligado a hacer y de su mejoría dependerá su futuro.
Ovación digital
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