Deberían perder los dos equipos

Ahora que se sabe que también son mortales los pincharratas de La Bruja, ¿cuánto deberían lamentar River y Boca que el clásico sólo sirva para discutir la devaluada interna de los grandes?

Que una victoria no les sirva ni para arrimarse como una maderita al fuego, clasifica al partido como uno de los más pobres de su historia.

Pero la mano viene así desde hace tiempo: van tres clásicos que los sorprende a ambos de la mitad de la tabla hacia abajo.

No hubo -ni hay, para hoy- un sueño importante, pero tampoco será de la partida la aspiración mezquina pero futbolera de arruinarle el estofado al otro, esa conformidad maliciosa de evitar una alegría del adversario.

Si hubiese una cuarta alternativa en los resultados del fútbol, que los dos contendientes pierdan, ese sería el pronóstico. Pero el mínimo del empate los salva de algo peor.

Eso es lo que entusiasma para mantener una cierta esperanza respecto a las emociones que prometen. Ya sin nada para perder, pueden lanzarse como lo que queda de la caballería en la batalla perdida y avanzar a grito pelado sobre el arco rival.

¿Y vos qué decís?

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