|
|
EL ANÁLISIS por Víctor H. Morales
River tuvo los rayos del dios Ortega
El Olimpo de los dioses riverplatenses, bajo la divinidad del pase. Y cuando los
millonarios parecían haberlo perdido todo en la homérica batalla que propuso Chacarita, Ariel Ortega, desaprensivo como toda deidad, lanzó sus terribles rayos de victoria. Un pase milimétrico para el joven Villalba y una definición ilustrada en parábola por encima del arquero cambiaron la derrota 2-3 por un triunfo que ahora, medido tras los insultos de la furiosa multitud y el júbilo desatado por esos goles milagrosos, es el más importante de un año a esta parte.
Curiosa tarde la del popular Burrito. En el primer tiempo pareció un ex jugador, sólo capaz de algún enganche y el consabido cambio de frente, sin gravitar, sin conducir, sin esperanzar a nadie. Luego desde los 20 minutos del segundo tiempo, cuando menos podía aguardarse del veterano jugador, empezó a lucir como en sus mejores épocas.
Se fue a un espacio más reducido, dejó de correr por toda la cancha, e hizo la diferencia con el estilo que lo erigió en el Mundial del 98, en uno de los tres mejores jugadores del mundo.
River terminó la tarde como pasajero de la locura colectiva y dio pena ver a los funebreros en el cortejo final, sin nada, después de darlo todo.
Ovación digital
¿Encontraste algún error? | « volver |