V.RUGGIERO Y G. PÉRGOLA
"Es como un gato", fueron las palabras que utilizó Juan, sobrino de Carlos "Chopo" Cano -aviador retirado de la Fuerza Aérea y actual instructor civil- para describir a su tío. Cano es uno de los pilotos de helicóptero más experimentados del país.
"Experiente", "meticuloso con su trabajo", "responsable" y un hombre con "buen estado físico" son algunos de los calificativos que utilizaron pilotos consultados por El País para describir a Carlos Cano, quien se desempeñó varios años como integrante de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU).
Fue uno de los primeros en viajar a la Antártida. En diciembre de 1992 voló a la Base uruguaya "General Artigas" a bordo de un helicóptero Bell 212, acompañado por otros dos pilotos de la Fuerza.
Entre los viajes realizados con la FAU más sus vuelos como civil "Chopo" Cano lleva contabilizadas 13.000 horas "en el aire".
Estuvo varios años en el Grupo de Búsqueda y Rescate de la FAU. También es ex paracaidista, motivo por el que participó en diferentes festivales aéreos de la Fuerza.
Además, trabajó como aviador civil en tareas de auxilio fuera de Uruguay, más precisamente en Chile y Portugal, donde combatió varios incendios.
Cano tiene 52 años. Como instructor y piloto particular es contratado para servicios de traslados, fotografía y observación desde helicópteros.
Uno de sus lugares de trabajo es el pequeño helipuerto de Los Horneros, en la zona de barrios privados de Canelones, donde varios empresarios guardan sus helicópteros. A través de su actividad, Cano ha conocido y estrechado vínculos con varios empresarios locales "de peso" dueños de sus propios helicópteros, que han sido sus "alumnos".
Entre ellos se encuentra, por ejemplo, el principal de Tienda Inglesa, Robin Henderson, el vicepresidente de la Bolsa de Valores de Montevideo, Eduardo Maiorano, y el fallecido abogado, Daniel Ferrere.
"Él es quien le maneja los helicópteros a estos empresarios. Cuando los dueños quieren volar le informan el horario. Él llega, prepara los helicópteros, y llama a la Fuerza Aérea para autorizar los vuelos. Viene algunos días a la semana a dar clases o cuando uno de los empresarios le pide para volar. Además, cuando se le hace mantenimiento a una nave viene y la hace arrancar, prueba y verifica", explicó uno de los empleados del lugar.
Uno de los atributos de Cano que más destacan sus conocidos en este momento, y que fue clave a la hora de la tragedia, es el buen estado físico del aviador, a pesar que en el último tiempo estaba con dolores en los ligamentos.
"Se notó que está muy bien preparado físicamente, es un hombre que se cuida mucho. Eso fue vital para que hoy estuviera aquí", comentó uno de sus amigos que hacía guardia ayer en La Asociación Española, donde fue trasladado luego del accidente (ver nota aparte).
"Chopo" estuvo en México de vacaciones junto a su familia y se reintegró a las tareas el pasado miércoles. Hasta ayer rengueaba porque durante su licencia sufrió la picadura de una mantarraya en el mar. "Cuando me enteré de la noticia pensé que definitivamente había un error porque él no estaba trabajando por su problema de ligamentos", comentó a El País la hermana del piloto, Lilián Cano.
Los helicópteros son la principal pasión y obsesión del piloto, al punto que en la parte trasera de su vehículo (un Mini Cooper verde inglés) lleva un adhesivo de grandes proporciones que reza: Helicopters. Above all… save lives. Traducido al español la frase es algo así como Helicópteros. Por encima de todo… salvan vidas.
la niebla. "Está medio complicada la cerrazón", le dijo Chopo ayer bien temprano a Castro, uno de los trabajadores del helipuerto Los Horneros, antes de abrir el hangar para sacar a pista el helicóptero del abogado Daniel Ferrere.
A las siete de la mañana, el piloto había llegado en su auto al pequeño helipuerto. Visiblemente de buen humor, le pidió "una mano" a Castro para sacar la máquina hacia la plataforma de despegue.
Cano fue quien enseñó a Ferrere a pilotar estas naves, y era quien asiduamente administraba y elaboraba los planes de vuelo del abogado, así como de otros tres ejecutivos. Ferrere debía viajar a Buenos Aires y, como de costumbre, se contactó con el instructor días atrás para que pusiera en marcha los trámites de autorización de vuelo. Hacía más de un mes que el helicóptero de Ferrere no era utilizado para viajar, según comentó a El País el empleado de Los Horneros.
Sobre la hora 7.40, después de un breve chequeo de rutina y tras cargar las herramientas de seguridad necesarias para el viaje, Cano se dirigió hasta el aeropuerto de Carrasco, donde lo esperaba el abogado.
Antes de la partida el empleado le preguntó a Cano, como es de costumbre, si volvía sobre la tardecita. El piloto respondió con una ironía: "Mire, Castro… no le puedo decir si vuelvo o no vuelvo". Ambos sonrieron y se despidieron.