Cómo recibir a un cachorro

GABRIELA VAZ

Yo rehabilito perros y adiestro personas", suele decir César Millán, el mexicano-estadounidense experto en conducta canina que se volvió famoso por el programa televisivo El encantador de perros, que en Uruguay se puede ver a través de Animal Planet. Basta ver un par de capítulos para entender de qué habla. Cuando una mascota no se comporta como se espera, es desobediente, ansiosa o agresiva, la causa suele estar en el entorno y, particularmente, en sus dueños. "Un 20% de las características de un perro adulto están dados por su raza y su personalidad particular, pero cerca de un 80% depende del manejo que nosotros le demos", señala en tanto la veterinaria uruguaya Gabriela Iribar, especialista en comportamiento animal.

Por eso, cuando un cachorro ingresa por primera vez a un hogar para ser parte de la familia, es fundamental saber cómo darle la bienvenida y comenzar a marcarle pautas desde los primeros instantes.

Lo primordial a tener en cuenta es que la decisión de tener una mascota no puede ser impulsiva; por el contrario, debe meditarse y ponerse a consideración de todos los integrantes de la casa. "Es muy frecuente que la gente decida tener o regalar `un cachorrito`, pero este va a crecer y vivir, como mínimo, diez años. Por eso es importante que todos los integrantes de la familia estén de acuerdo. Además, hay que saber que un cachorro requiere muchos cuidados y tiempo, como un bebé", dice Iribar.

Alejandro Galli es propietario del criadero de mascotas Cabaña Salvador, donde conviven 15 razas distintas de perros. En tres décadas de labor, asegura que los compradores han evolucionado bastante: se informan más antes de adquirir un perro y suelen elegir razas por sus características en lugar de por cómo lucen. Para él, "lo más importante para decidir si tener o no un perro, es saber si lo pueden mantener y atender". De lo contrario, apuntan tanto Galli como Iribar, se dan situaciones de abandono -más frecuentes de lo que se cree- en las que dueños deciden que se cansaron de la mascota e intentan regalarla o hasta la dejan tirada en la calle para sacársela de encima. Por esto, el concepto de "tenencia responsable" es bastante más que un latiguillo de moda.

EL PRIMER DÍA. Una vez que el cachorro llega a la casa, ya deben estar asignados los espacios donde dormirá y donde comerá, así como el que utilizará como baño. Algunos manuales señalan que, ni bien el perrito llega al hogar por primera vez, se lo debe poner en la puerta de entrada y hacerlo ingresar con palmaditas y chistidos para que nos siga. Ya dentro de la casa, hay que dejarlo husmear para que haga su propio reconocimiento pero acompañándolo permanentemente a manera de anfitrión. Lo mejor es, en ese primer momento, no levantarlo en brazos ni hacer muchos ruidos; que la casa sea un espacio tranquilo donde se sienta cómodo. Es probable que al rato se quiera echar a dormir, por lo que es bueno acercarlo al lugar asignado para eso. "En general, el perro adopta ese sitio como su área de descanso regular, así que es importante que esté bien elegida. Los perros no deben dormir en el cuarto de ninguno de los integrantes de la familia y mucho menos hacerlo en las camas. Su espacio debe estar apartado de las habitaciones y a la vez no puede ser un lugar de paso, ya que el descanso del perro debe ser respetado por sus dueños", aclara Iribar.

Si la primera noche llora, hay que dejarlo y no levantarse a mimarlo. "Si respondemos a su demanda, se acostumbra a estar siempre llorando o ladrando para concitar la atención de sus propietarios, convirtiéndose en un tormento", apunta la especialista. Lo único a tener en cuenta es no dejarlo en un lugar riesgoso, como cerca de un balcón de donde pueda caer.

La alimentación es otro tema importante. No solo desde el punto de vista de su salud, sino también porque el momento de ingerir la comida puede ser utilizado para dejar claras las jerarquías en el hogar y por ende es un ejemplo ideal de cómo incitar un comportamiento esperado. Para empezar, señala la veterinaria, su zona para comer debe estar apartada de donde almuerzan y cenan sus dueños. "No es adecuado, desde el punto de vista comportamental, que el perro coma cerca de la mesa familiar". Las primeras veces, el alimento se deja en un plato y algunos recomiendan que la persona lo siga sosteniendo con la mano mientras el animal come, así le queda claro que la comida es de su amo y este la comparte. Iribar aconseja que el dueño se vaya, vuelva a los diez minutos y retire el plato aunque todavía contenga comida. "Que espere hasta el próximo horario. Es importante que el perro esté subordinado al amo desde el primer día, que jerárquicamente esté por debajo; no permitir que se convierta en el alfa. Esto significa que el perro tiene que aceptar cualquier cosa que venga del dueño: que le saque el plato de comida, que se lo vuelva a poner, que le pueda retirar algo de la boca que agarró en forma indebida", ilustra la experta.

Los cachorros, al igual que los niños, se llevan todo a la boca pues es su forma de conocer. Por eso, hay que tener cuidado con lo que se deja a su alcance. Y no permitirle conductas que no se tolerarán de grande. "Cuando un perro es cachorro, la gente deja que haga cualquier cosa porque es lindo y chiquito: que se suba a la cama, que les salte encima, que muerda los zapatos. Lo miran y dicen: `Mirá qué divino, me comió el zapato`. Se le perdona todo. Pero después crece, claro, y empieza a generar discusiones y problemas", destaca por su parte Galli.

Lo mismo sucede con la sobreexcitación, que puede resultar graciosa en un cachorro. El primer error es incitar a que salte; algo divertido en un perrito de cinco kilos, pero que se torna un serio problema en un ejemplar de 60. Y lo que el perro aprenda de chiquito, lo seguirá haciendo de grande. Una forma de cortar con esa agitación es ignorar al perro cuando se entra en la casa y mirarlo recién cuando este se tranquilizó.

MALO NO SE NACE. No hay perros que nazcan agresivos; a menos que el animal tenga algún desorden genético o trastornos de salud, esa es una característica inculcada, ya sea voluntaria o involuntariamente.

Entre los errores más frecuentes de los dueños que pueden volver "malo" a un perro, se encuentran el castigo físico, el poco ejercicio y la falta de socialización.

Todos los expertos coinciden en este punto: en el proceso de aprendizaje, a un perro no se lo castiga, se lo premia. Cuando hace las cosas bien -pis en el lugar correcto o aprende algún truco, por ejemplo- se lo debe recompensar con palabras, caricias o una golosina; de esta manera, el perro entiende que esa es una conducta esperada. Para reprenderlo, basta con un tirón suave en el cuello o un enérgico "¡No!" El rezongo siempre debe hacerse inmediatamente después del mal comportamiento. Si el dueño lo hace un rato después, el perro no entenderá por qué se lo está amonestando.

Otra práctica fundamental para todo animal es el ejercicio. El criador Alejandro Galli asegura que, no importa la raza, siempre necesitan al menos una hora y media diaria de caminata. De esa manera, descargarán energía. Basta con conocer el contraejemplo: un perro que se pasa encadenado todo el día sin dudas estará enojado y se volverá arisco y agresivo. A su vez, es importante que tengan juguetes u objetos para morder; además de canalizar ansiedad por allí, ayudará a que no destrocen mobiliario de la casa.

El tercer factor importante para la salud psicológica del animal es la buena socialización. Esto significa que el can debe estar en contacto con todo tipo de personas, así como otros perros, desde pequeño. "Que reciba todo tipo de estímulos, que esté con niños, jóvenes, ancianos; que escuche los ruidos de la calle. Así, luego no les tendrá miedo. Las fobias se las transmitimos los dueños", dice Iribar.

Estos son apenas algunos consejos básicos, pero el mundo canino tiene mucho más por indagar para convertir a la mascota en el mejor de los amigos.

CONSEJOS PARA DARLE LA MEJOR BIENVENIDA

Nunca hay que separar un cachorro de su madre antes de las ocho semanas de nacido. La madre será su primer gran instructor.

Antes de recibir al cachorro, hay que preguntar al criador qué alimento está comiendo, en qué cantidad e información sobre las vacunas y carné de salud.

Debe establecerse claramente dónde dormirá el perrito. No debe ser en habitaciones de integrantes de la familia, ni mucho menos en una cama.

Debe establecerse dónde comerá. El lugar debe estar alejado de la mesa familiar. Es importante que siga una rutina de horarios para comer. El dueño debe acercarle el plato, sostenerlo mientras come y sacárselo a los minutos, aunque aún haya contenido dentro. Así, el cachorro adquirirá la imagen jerárquica de que el alimento es de su dueño y lo comparte con él. Es importante que el perro esté subordinado al amo desde el día uno.

Debe establecerse un lugar para que el perro use como baño. Cuando haga pis fuera del lugar, debe limpiarse bien la zona para sacar el olor, de lo contrario volverá a hacerlo allí.

Ciertas conductas que son graciosas en un cachorro, se vuelven un problema con un perro adulto. Hay que tenerlo en cuenta e intentar, por ejemplo, que no salte al "hacer fiesta" (si se trata de un ejemplar que se tornará muy grande) o se sobreexcite al jugar.

Cuando el perro haga las cosas bien (como hacer pis en el lugar correcto), hay que premiarlo; ese es el mejor método de aprendizaje. Jamás se lo castiga con golpes; se le puede dar un tirón suave del cuello o decir un enérgico "¡No!".