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El verano es ese tiempo esperado por todos, pero se puede volver un suplicio por culpa de diarreas, quemaduras o lesiones de a quienes les nace un súbito amor al deporte.
LEONEL GARCÍA
Sol, playa, agua de mar, trotes, asados, descanso, disfrute; todos estos son sinónimos de verano. Gastroenteritis, quemaduras, lesiones musculares, hongos, otitis; lamentablemente, estos malestares también están tan vinculados a esta época como las olas y el viento. Y más vale estar atento, si no quiere pasar las vacaciones entre retorcijones y sin poder apoyar el cuerpo en el colchón gracias a un bronceado demasiado doloroso.
Gastroenteritis aguda. La inflamación e infección del estómago e intestinos, acompañada por diarreas, vómitos, dolores abdominales o fiebre, es una experiencia veraniega que nadie quiere tener. Pero según Jorge Díaz, gerente médico de la Unidad Coronaria Móvil (UCM), a esta altura del año hay 10% más de casos que en los tres anteriores. "Supongo que es porque el calor comenzó antes", afirma. Tiene origen, sobre todo, viral; pero también puede provenir del consumo de alimentos o bebidas con bacterias o parásitos, ya que el calor tiene más activos a los gérmenes. La mejor manera de prevenirla, dice la gastroenteróloga Cristina Dacoll, es manipular, cocer y lavar bien la comida, y tener una permanente higiene en las manos. Según Dacoll, la mayoría de los casos se recupera sin tratamiento y con unas seis ingestas livianas al día; la mayor preocupación es la deshidratación a causa de la diarrea. Si los cuadros se prolongan más de 72 horas, si la diarrea incluye sangrado o los afectados son niños o ancianos, añade, hay que ver al médico.Quemaduras solares. Quemaduras, vejez prematura e incluso tumores cancerígenos. Esos son los riesgos de tomar sol en las horas más peligrosas, entre las 11 y las 17. Lo más frecuente no pasa de quedar rojo como un tomate, lo que puede tratarse con cremas humectantes. Pero el que lo vivió, sabe lo insufrible que es. La dermatóloga Liliana Calandria sugiere usar filtros nunca inferiores a factor 20, colocados veinte minutos antes de la exposición al sol, y nunca ir en las horas prohibidas.Lesiones. El deportista que no vive en nosotros insiste en aflorar en verano. "Las lesiones más frecuentes en el verano son las musculares y las tendinosas", dice el médico Alfredo Rienzi, especialista en fisiología del ejercicio y medicina del deporte. La mala hidratación, el piso duro, el calzado inadecuado y la falta de entrenamiento son las causas que esgrime. Si no se está entrenado, es conveniente consultar con un experto antes de empezar a moverse para entrenar la fuerza, la flexibilidad y la capacidad aeróbica.
Hongos. El calor tiene más en vilo a las bacterias y la humedad a los hongos. La doctora Calandria señala que estos son los responsables de las frecuentes consultas por micosis en los pies o "pie de atleta", justo en los momentos en que es más agradable andar descalzo. El lavado y secado adecuados, con la ayuda de talcos o sustancias antifúngicas, sostiene, es la mejor manera de curar y prevenir.
Hipertermia. El sol y el deporte, sin precauciones, pueden ser peligrosos; los dos juntos, en exceso, ni que hablar. Ocurre cuando se hace un ejercicio desmedido, sin la correcta hidratación, al mediodía o temprano en la tarde. Vómitos, mareos, sensación de desmayo y dolores de cabeza son "avisos" del cuerpo. "Hay que tratar de evacuar el calor como sea, ir a un lugar fresco, mojarse", indica Jorge Díaz de UCM, quien recomienda que la hidratación sea 30 minutos antes del ejercicio. Un caso extremo es el "golpe de calor", que Díaz califica de "gravísimo" y potencialmente fatal; afortunadamente, es muy raro.
Cualquier enfermedad tiene más complicaciones en los extremos de la vida: los niños y los ancianos son más vulnerables a trastornos derivados con la exposición al sol y problemas gastrointestinales. El pediatra Álvaro Galiana sostiene que los niños deben usar filtros solares con una potencia mínima de 30 FPS, colocados 15 minutos antes de bajar a la playa, y recolocados cada dos horas; por supuesto, ni pensar en arena y agua entre las 12 y las 17 horas. A su vez, el geriatra Fernando Botta indica que en un adulto mayor con algún tipo de deterioro cognitivo, un "cambio de ambiente" debido a las vacaciones -de su familia o sus cuidadores- puede derivar en cuadros de depresión o deterioro funcional.
"En esta época, es fundamental estar hidratado para evitar golpes de calor y no hacer ejercicio al sol al mediodía. Es preferible caminar o correr de mañana temprano o al atardecer. No es necesario hidratarse tanto como sugieren algunas empresas de bebidas deportivas, que incluso recomiendan beber sin sensación de sed, y como consecuencia ha habido casos de hiperhidratación e hiponatremia. Se debe beber de acuerdo a nuestras necesidades". Lo dice Alfredo Rienzi, doctor especializado en medicina deportiva.
Muchos especialistas vinculan a la conjuntivitis con el verano. Para el oftalmólogo Miguel Zylberglajt, en cambio, no hay dolencias específicas más frecuentes en esta estación. "Sin embargo, existen patologías crónicas que por la mayor exposición a los rayos UV y el aumento de temperatura pueden agravarse". Entre ellas enumera la pingüecula (engrosamiento localizado de la conjuntiva), el pterigión (crecimiento de la conjuntiva hacia la córnea), el ojo seco (escasez o falta de lágrimas), "así como distintos tipos de cáncer de superficie ocular" como melanomas o carinomas.
Este experto recomienda utilizar viseras y lentes con filtros de los rayos UV y, para los usuarios de lentes de contacto, "retirarlos durante el baño, sobre todo en piscinas, ya que puede producirse una infección corneal grave y muy difícil de tratar que es la queratitis por acanthamoeba (un protozoario)".
"Si bien no hay ninguna estadística al respecto, las consultas por otitis son más del triple en verano que en el resto del año", afirma el otorrinolaringólogo Daniel Drexler. Y agrega que dentro de la otitis -la inflamación del oído-, la más frecuente es la externa.
"Básicamente es causada por el contacto con el agua, la entrada de agua -sea de playa o de piscina- al conducto auditivo externo, que provoca una infección", dice.
Es un cuadro muy doloroso y que requiere consulta con el médico para evitar complicaciones, como una mayor infección. Como paliativos, hay que tomar analgésicos y apelar a gotas con xilocaína. "La mejor manera de evitarla es tratar de mantener el oído seco luego que se sale del agua, evitar que quede húmedo dentro del conducto". La gente proclive a padecer otitis, agrega, directamente debería evitar sumergir la cabeza.