El hombre que factura hasta en la peor crisis

LUIS PRATS

La prensa española suele recordar que cuando Amancio Ortega comenzó a hacer fortuna pocos le conocían la cara y nadie sabía su historia. Así, los periodistas fueron hasta su pueblito natal, Busdongo de Arbas, en la provincia de León, para rastrear entre sus antiguos vecinos. Y nadie se acordaba de él.

Entonces, cambiaron el rumbo hacia La Coruña, donde el hombre vivió casi toda su vida y se inició en el negocio textil como cadete para los mandados de una tienda. Allí sí lo recordaban, pero nada más: ni un rasgo distintivo, ni una anécdota, nada que pudiera anticipar que ese muchacho iba a convertirse en el español más rico y después en la tercera persona más rica del mundo.

Cuando terminaba 2012, un año particularmente terrible para los españoles, que no terminan de hacerle agujeros al cinturón para que ajuste mejor, el índice de la firma Bloomberg informaba que don Amancio había sido el millonario que más aumentó su capital durante el año en todo el planeta: su fortuna creció un 63% y llegó a los 57.700 millones de dólares.

Todo, gracias al constante alza de las acciones de Inditex, su compañía, nombre oficial del imperio cuyo escudo es la cadena de tiendas Zara (la importancia de la empresa queda clara con otro dato: su exesposa Rosalía Mera es la mujer más rica de España porque cuenta con 6,99% de Zara desde su divorcio). Ahora, solo el magnate mexicano de las comunicaciones Carlos Slim y el zar estadounidense del software Bill Gates lo aventajan en esa tabla de posiciones y dólares.

SASTRE GLOBAL. El País de Madrid lo llama "el sastre global", porque abre tiendas por todo el mundo. The New York Times lo calificó "el mago de la fast fashion", porque Zara se especializó en presentar en forma rápida y relativamente barata prendas que siguen las últimas tendencias de la moda. El informe del diario estadounidense presentaba las cifras de 2011: 840 millones de prendas vendidas por año en sus 5.900 tiendas de 85 países por un total de 17.940 millones de dólares, con 110 mil empleados, desde los que cortan la tela en un taller gallego o chino hasta los que venden la ropa en la Quinta Avenida neoyorquina.

A eso se agregan emprendimientos inmobiliarios y colocaciones en fondos de inversión. Ortega aprovechó que los precios de los inmuebles se derrumbaron con la recesión española y comenzó a comprar apartamentos e incluso edificios por todo el país. Así nació otro apodo, "El rey de la Castellana", por sus propiedades en una de las avenidas más importantes de Madrid. La revista Época reveló mientras tanto que apenas por el alquiler de sus locales de oficinas, Ortega recibe US$ 260.000 diarios.

Después llegó 2012, cuyas malas noticias económicas sacudieron a España desde el primer día: ajuste fiscal, recortes presupuestales a hachazos, aumento de impuestos, desocupación galopante, desalojos de viviendas. Sin embargo, para Inditex las cifras siguieron siendo brillantes.

Por eso, el crecimiento y la gestión de Zara es un tema de estudio en las escuelas de negocios en todo el mundo, sin que nadie haya encontrado la fórmula exacta para explicar por qué una empresa que hace 50 años fabricaba apenas batas para mujeres y camisas blancas de trabajo para hombres hoy es una enorme multinacional textil.

Luego se dedicó a producir ropa más a la moda y a precios accesibles, asumiendo todas las etapas del proceso: diseño, confección, distribución y venta. En 1975 creó la casa Zara, que después se hizo cadena y en 1985 inició su expansión internacional con una tienda en Portugal. Después creó otras marcas propias, como Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho, Zara Home y Uterqüe.

En ese proceso, aquel hombre gris, sin detalles significativos que sus vecinos pudieran recordar -ni una travesura infantil, ningún destello de su futura sagacidad para los negocios- se convirtió en un potentado. Sin embargo, se mantuvo a kilómetros del glamour que a veces se nota y otras veces se pretende descubrir en la gente con billetera gorda. En una época se lo podía ver con frecuencia en el estadio Riazor, durante los partidos del Deportivo La Coruña. La gente de la zona lo conocía, pero los periodistas locales sabían de su desinterés por la figuración y las entrevistas, por lo cual rara vez lo ponían frente a sus cámaras o grabadores. Cuando Zara se convirtió en un fenómeno nacional, los diarios españoles comprobaron que no tenían fotos ni perfiles de Ortega.

Hoy se conoce su estampa, pero eso tampoco agrega mucho. Es un hombre que representa aproximadamente su edad, 76 años, calvo, algo entrado en kilos, casi siempre vestido con camisa blanca y saco azul, sin corbata. Si alguien lo encuentra en alguna de sus tiendas, algo bastante probable porque las visita a menudo, tal vez lo confunda con un señor que quiere comprarle un vestido a su esposa.

En 2001 Inditex empezó a cotizar en bolsa. Sus acciones costaban entonces unos 14 euros. En algunas ocasiones, en 2012 superaron los 130 dólares, fiel reflejo de la expansión de la firma.

Ya mayor, Ortega tuvo su yate, su bodega, su pinacoteca y acciones del Deportivo La Coruña, pero hasta allí alcanzan sus gastos de millonario. Le costó unos años disponer del avión propio, por su miedo a volar. Y cuando no lo usaba, lo alquilaba a otras compañías o permitía su aprovechamiento como ambulancia aérea.

El año pasado, además, abandonó la presidencia ejecutiva de Inditex, cargo que confió a Pablo Isla, a quien hacía años estaba entrenando para esa responsabilidad. Pero nadie cree que Ortega deje de tener la última palabra en cada tema de la compañía.

SUS FRASES. Un libro de Luis Lara y Jorge Más, titulado Por qué algunas tiendas venden y otras no (pudo haberse llamado Por qué Zara vende siempre), logró recopilar algunas frases del empresario, que de alguna manera lo pintan con mayor aproximación:

-"No estudié lo suficiente" (Comenzó a trabajar a los 13 años y ya no paró, sin tiempo para especializaciones).

-"No necesitamos consultores. ¿O resulta que van a conocer más nuestro negocio unas personas que no lo viven día a día, como nosotros?" (Desconfía de los ajenos y tampoco le gusta que se sepa mucho de su negocio).

-"Lo importante es marcarse metas en la vida y poner toda tu alma en cumplirlas" (Dicen que supo delegar las tareas que no dominaba o no le gustaban y se dedicó a full a su fuerte, la creación de productos y su distribución).

-"El optimismo es negativo" (No le gusta confiarse ni hablar de sus éxitos).

-"Si he ganado tanto dinero ha sido porque mi objetivo no ha sido nunca ganar dinero" (Para él, la forma de que una empresa se mantenga viva es creciendo en forma constante).

-"La calle es la gran pasarela" (Siempre estuvo atento a la moda, no la de los grandes modistos, sino la que las mujeres usaban día a día. Y su compañía es muy rápida para ofrecerla en plena vigencia. Un chiste de los corrillos empresariales asegura que si un día amenaza lluvia, las vidrieras de Zara estarán llenas de paraguas).

-"La ropa es universal y el cliente también es universal. No diseñas para 84 países, diseñas un vestido para 84 países" (Como una cadena de hamburguesas, que vende el mismo producto en Tokio o Madrid).

CRÍTICAS. Si bien mantiene fábricas en varios puntos de España, hace años que produce también en otros continentes. Eso determinó que Ortega recibiera la misma acusación que otros empresarios que apelaron a la deslocalización industrial, es decir, pasaron a confeccionar sus productos por pocos dólares en China, Vietnam o algún otro país remoto, para venderlos por sumas mucho mayores en Europa o Estados Unidos y así embolsar una suculenta diferencia. En todo caso, el millonario español ha sido rápido también en esto, pues como los costos chinos están aumentando, él comenzó a abrir fábricas en África y Turquía.

Otro motivo de polémica fue una reciente donación que realizó a la organización Cáritas: 26 millones de dólares. Una suma seguramente significativa para Cáritas, pero una gota de agua en el océano de la fortuna de Ortega, se quejaron algunos en las redes sociales.

Nadie sabe si las críticas lo molestaron, porque no da entrevistas. Pero tal vez sienta nostalgia por esa época, tan reciente, en la cual nadie lo conocía y nadie se fijaba de dónde venían y dónde iban a parar sus millones.

SU HIJA MENOR ES LA HEREDERA DEL IMPERIO

Amancio Ortega tiene tres hijos. De su primer matrimonio, con Rosalía Mera, son Marcos -que sufre una discapacidad severa- y Sandra, que se distanció de él tras divorciarse de su madre. Del segundo matrimonio, con Flora Pérez, tuvo a Marta, su preferida según los biógrafos del millonario propietario de Zara. La heredera del imperio, señalan también.

Por eso, tan austero (a veces) en sus gastos, Ortega no cuenta los billetes cuando se trata de complacer los deseos de su hija. Como a ella le encanta la equitación, le puso todo un club a su disposición. Y hace poco le compró un caballo de US$ 15,6 millones a su esposo, Sergio Álvarez, que también es jinete. De hecho, Marta y Sergio se conocieron en un torneo de equitación cuando eran adolescentes.

El 18 de febrero del año pasado se casaron, en una ceremonia que despertó expectativa en toda España, pese a la discreción que la rodeó.

La boda y la fiesta posterior se realizaron en el pazo familiar de Anceis, cerca de La Coruña (un "pazo" es una residencia campestre tradicional de Galicia), ante unos 200 invitados. La ceremonia religiosa tuvo como escenario una ermita que albergaba solo 12 personas, por lo cual el resto la siguió por pantallas gigantes. Los novios solicitaron que no les hicieran regalos y que en cambio aportaran una donación a alguna entidad benéfica. No hubo exclusivas para la prensa ni se informó el lugar de la luna de miel. Tampoco se esperan exclusivas cuando nazca el promogénito de la pareja, el mes próximo según se informó. Marta, nacida en 1984, fue a un colegio de La Coruña y siguió cursos empresariales en la European Business School de Londres. Luego ingresó a las empresas familiares. Se afirma que llegó a trabajar como vendedora en una tienda de Zara con nombre falso. Luego pasó por oficinas de Inditex en Europa y China y ahora es la vicepresidenta del imperio.