Estudiar por fuera de cuatro paredes

TOMER URWICZ

Cuando Emiliano Albín pasó a jugar en Boca pensó que debía abandonar los estudios. Estaba en tercero de Agronomía, pero la tentación de dejar Peñarol por el club argentino era irresistible. Revalidar todas las materias para continuar en una universidad porteña no estaba en los planes. Y, además, acudir a un centro educativo era inviable por las distancias y los horarios de concentración. Su destino seguía los pasos de la enorme mayoría de los futbolistas: dejar la carrera. Pero no. Reflexión mediante encontró la solución: estudiar a distancia.

No es una modalidad nueva. Antes existió el estudio mediante correspondencia, una técnica extendida en Inglaterra, Francia y Suecia a mediados del siglo XIX. Más tarde fueron las guías que se vendían como revistas. Luego, por radio y televisión. Videoconferencias que intentaban reproducir un curso convencional filmando lo que sucedía en un aula. Y así fue evolucionando a medida que se innovaba tecnológicamente. Hasta que apareció Internet. Allí todo cambió.

No más peleas con el despertador. No más levantarse a las apuradas. No más cuadernos para sacar apuntes. No más alumnos tímidos que no se animan a preguntar en la masividad de una clase. No más estudiantes que se quedan sin asiento. No más docentes que no preparan la lección. No más aulas como centros hegemónicos de la educación. Estudiar en la comodidad del hogar, en un viaje en ómnibus o en cualquier lugar a cientos de kilómetros de una escuela es una realidad cada vez más asentada. También en Uruguay.

"La experiencia indica que las carreras universitarias de grado están tendiendo a una modalidad semipresencial", explica Luis Garibaldi, director nacional de Educación. Es que, a la hora de reconocer un título, no varía el modo en que fue impartido el curso. "Se toman en cuenta los créditos, las cargas horarias y los contenidos".

La jornada de Albín difiere en parte a la de otros deportistas. Al término de los entrenamientos y luego de una siesta reparadora no se queda a mirar la televisión o jugar al PlayStation con la mayoría. Al contrario, arma un mate, enciende la computadora y aprovecha las horas libres para avanzar en su curso de Ganadería del Instituto de Plan Agropecuario de Uruguay.

Claro que este compromiso le implica una disciplina de acero. Los docentes le envían materiales digitales y cada semana tiene una prueba por Internet. Las dudas las intercambia en un foro en el que, además de los profesores, intervienen estudiantes de varios países. Tiene la posibilidad de salidas opcionales al campo cuando visita Uruguay. Al cabo de unos meses, si todo marcha bien, le otorgan un diploma. Él ya obtuvo uno en Suelos y Pasturas.

"A mí me gusta estudiar en forma presencial", dice el jugador, "pero hacerlo por Internet tiene la ventaja que los tiempos los maneja uno". ¿Y el sacrificio de estudiar y trabajar al mismo tiempo? "No existe. Para mí es un placer, es una forma de llenar las horas de ocio que tengo, el tiempo de soledad en Buenos Aires".

VENTAJAS. Adaptar los horarios al ritmo de uno y evitar los traslados son los primeros beneficios que señalan los expertos. Pero hay más. La participación de estudiantes de diferentes países y la posibilidad de acceder a otras ofertas educativas fuera de fronteras enriquece el intercambio cultural. "Los estudiantes se responden entre sí cuando tienen dudas y la propia desincronización de los foros y correos electrónicos permite pensar más las preguntas y respuestas", dice Gabriel Kaplún, director de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de la República. El alumno es el protagonista de su aprendizaje y "debe asumir una mayor responsabilidad". De él depende la constancia en el estudio y el cumplimiento de las tareas.

Incluso los estudiantes más tímidos encuentran su lugar en los estudios a distancia. Desaparece la vergüenza de preguntar o de opinar y los profesores pueden atender las inquietudes personales. También es una forma de aminorar los tiempos de "divagues" o lo que en la jerga estudiantil se dice "payar".

Los centros educativos, en tanto, amplían su mercado y abaratan costos de infraestructura. Los docentes adaptan los cursos a sus horarios personales (aunque deben responder fuera del clásico régimen laboral) y acceden a más alumnos. Además, deben elaborar materiales intensos y con conocimiento de las nuevas tecnologías.

DESVENTAJA. Como contracara, esta modalidad de estudio "puede conducir al aislamiento" por la falta de interacción cara a cara, explica Kaplún. Hay una glorificación del trabajo solitario, lo que "es problemático para la mayoría de estudiantes". En estos casos lo que está en juego es la automotivación. Por eso la mayoría de institutos buscan algunas instancias presenciales como forma de evitar la deserción, la que es "mucho mayor en los cursos totalmente a distancia".

Hay otros problemas que son de carácter económico y de conocimientos, explica la investigadora Rosina Pérez Aguirre, de la Universidad Católica. Se debe tener una PC, contar con un buen acceso a Internet, manejar las herramientas informáticas, conocer las plataformas de gestión de aprendizaje (como Moodle, la más extendida) y los docentes deben regular sus horarios "ya que, en general, se dedica más tiempo en los cursos virtuales que en los presenciales". Y, por si fuera poco, "no todo puede enseñarse por una computadora".

Sin embargo, la Red, a diferencia de otras técnicas de educación a distancia, cuenta con herramientas que sí facilitan el intercambio: foros, chats y redes sociales. "El problema es que muchas veces se limita Internet a bajar los materiales similares a lo que el docente dictaría en clase. Eso hace que haya menos posibilidad de quitarse dudas", advierte Kaplún.

Albín es un ejemplo de los tantos uruguayos que estudian a distancia. Y no todos lo hacen en cursos universitarios. También están los que optan por talleres de trabajos prácticos, por la educación no formal o bien en la enseñanza secundaria. Pero la universidad sigue siendo el gran nicho de las clases online. De hecho, la Universidad de la República ya hace cinco años que tiene un Entorno Virtual de Aprendizaje como complemento a la educación presencial.

¿El problema? Como dice Garibaldi: "En la normativa tenemos un vacío en la aprobación de carreras nacionales vía online, por más que en la práctica se realicen todo tipo de cursos".

UNA CUESTIÓN DE DERECHOS

Varias universidades privadas del mundo han puesto el grito en el cielo cuando sus competidores empezaron a impartir cursos online gratuitos. La incertidumbre fue aún mayor al enterarse que los grandes institutos educativos de Estados Unidos, como Stanford o Harvard, acompañaban esta tendencia. A veces como forma de captar nuevos mercados. Claro que no se trata de carreras enteras, sino de cursos complementarios a la formación. Como ejemplo, el portal openculture.com ofrece para este abril 48 cursos de diferentes prestigiosas universidades. Es que, como propone la World Education University, el acceso a la educación debe ser completamente gratuito porque "la educación es un derecho humano básico".

Un paso en la descentralización educativa

Universidad ORT

"Sin duda la educación a distancia podría ser una de las estrategias para limitar el `macrocefalismo` de Montevideo ya que brinda la posibilidad de que desde los más recónditos rincones de Uruguay se pueda acceder a buena parte de la oferta formativa (…) pero aún es mucho lo que queda por hacer, se necesita más iniciativa, más impulso, más liderazgo en la materia". Denise Vaillant.

Universidad Católica

"Estamos en proceso de adaptación, está claro que el e-learning (educación mediante Internet) tiene un papel decisivo en el proceso de innovación de las universidades, pero hay que tener presente que no es sólo una cuestión de tecnología, sino de la importancia de la pedagogía de los medios para el desarrollo futuro y una integración sostenible en la educación superior". Rosina Pérez Aguirre.

U. de la República

"Hoy en día está combinada la educación presencial y a distancia. Internet ha facilitado esta combinación, más aún en la educación uruguaya en donde las herramientas informáticas están extendidas. No es el caso del Plan Ceibal que solo complementa la educación tradicional. Igual hay cierto mito de que con la educación a distancia se puede enseñar a mucha más gente y a un menor costo". Gabriel Kaplún.

Una revolución en línea y gratuita

"Las grandes innovaciones ocurren cuando lo que de repente es posible encuentra lo desesperadamente necesario". Así definió el periodista Thomas Friedman de The New York Times el proyecto Coursera. Es una plataforma multimedia que permite la enseñanza en línea y gratuita, para que acceda toda la población, de distintos cursos de las más prestigiosas universidades. Fue creada por los profesores de informática Daphne Koller y Andrew Ng en octubre de 2011, divulgando dos cursos en inglés de Stanford. En menos de seis meses ya había 16 universidades asociadas y hoy hay 62, tres de ellas de Iberoamérica. Desde hace un año hay cursos en español y también se ofrecen en francés, italiano y chino. En enero de 2013 pasó a otorgar créditos universitarios. Actualmente cuenta con más de tres millones de usuarios (lo mismo que la población de todo Uruguay) y 329 cursos. Los expertos en educación señalan que se trata de una verdadera revolución que está a un simple paso: www.coursera.org.