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EL ANÁLISIS por José Mastandrea
Las mentiras no tienen patas cortas
Es duro darse cuenta que a lo largo de toda la vida a uno le mintieron descaradamente.
Primero sus padres: "dejale el agua y el pasto a los camellos, sino los Reyes se van a enojar".
Después sus maestras y profesores: "si no estudias, si no sos profesional, nunca vas a llegar a ser Presidente".
Y ya en el fútbol, las mentiras se hicieron moneda corriente para justificar alguna derrota que otra: "no entramos concentrados", "jugamos bien pero no ligamos", "la culpa la tuvo el juez", "yo no lo empujé", "no fue penal" o la infaltable... "nos robaron".
Los jugadores se ponen el casete y son pocos los que tienen autocrítica.
Los técnicos también tienen su lista interminable de mentiras: "este plantel no lo formé yo", "el torneo que viene vamos a pelear el campeonato", "el equipo no lo definí, lo voy a hacer el día del partido", "este es un grupo sensacional, todos tiran para el mismo lado".
Los dirigentes no son menos: "yo estoy en el fútbol para sumar y no para sacar", "soy hincha de chiquito del club", "en las próximas elecciones no me presento".
Pero la gran mentira, la que más me duele, me la dijo un técnico en la década del `70: "nunca más vas a ver un Mundial sin Uruguay".
Ovación digital
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