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EL ANÁLISIS por Víctor Hugo Morales
Prontamente se supo el destino de la tarde. Cuando Arsenal quedó con diez por doble amarilla de Pellerano, y Vélez perdió un par de situaciones propicias, ya se habían obtenido las principales respuestas sobre los imponderables que habrían de gravitar en la resolución de los partidos. Casi juntos llegaron los goles de Lanús y Huracán, que modificaron la tabla, dejando al crecido Huracán en lo más alto de un campeonato en el que pasaba de ser la principal amenaza, a ser el más firme y, sobre todo, sólido, candidato al título.
La racha espectacular de los dirigidos por Cappa se mantuvo en ese ritmo avasallante de las últimas semanas, por sus propios méritos.
Desde el arranque salió a hacer su juego con una convicción ejemplar, no ofreciendo en ningún momento flancos por donde pudieran colarse las dudas de los incrédulos.
Vélez se alzó con un empate que anímicamente lo presenta distinto hacia la última fecha, en la que debe enfrentar precisamente a ese Huracán de fútbol y de sueños que se paseó en caravana por las calles de Patricios, celebrando ese resurgimiento asombroso.
Con los grandes en retirada, son los chicos los que sostienen la emoción en el fútbol argentino.
Ovación digital
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