AP Y AFP
El libio Muamar Gadafi, fiel a su determinación de "aplastar a los enemigos", envió su Ejército hacia Bengasi, ciudad símbolo de la rebelión, mientras Occidente se muestra impotente para impedir la sangrienta represión sobre los revolucionarios.
Los insurgentes aún controlaban la carretera que une Bengasi y Tobruk, pero temen por la ofensiva del líder que prometió "aplastarlos". "Si se trata de un complot extranjero lo aplastaremos, y si es interno también lo vamos a aplastar", dijo, calificando a los rebeldes, una vez más, de "ratas" y de "perros extraviados".
En apoyo de ese discurso belicoso, el Ejército libio anunció una operación inminente contra Bengasi, situada a unos mil kilómetros al este de Trípoli y bastión de la oposición.
Uno de los hijos de Gadafi, Seif al Islam, que sueña con heredar su trono, declaró al canal de televisión Euronews que "dentro de 48 horas, todo se habrá acabado".
"Nuestras fuerzas están casi en Bengasi. Sea cual sea la decisión, llegará demasiado tarde", agregó, haciendo referencia a una posible intervención internacional a favor de los rebeldes.
La televisión oficial y el viceministro de Relaciones Exteriores, Jaled Kaaim, anunciaron que Ajdabiya ya está controlada por las fuerzas de Gadafi y que fue "purgada" de rebeldes.
Pero el portavoz del consejo de gobierno opositor CNT, Jaled el Sayeh, desmintió que los insurgentes se hubieran retirado hacia Bengasi, pese a las escenas de desbandada que se observaban en los alrededores. Y reconocieron que se están quedando sin municiones.
Frente al avance de las tropas gubernamentales, muchos libios y extranjeros huían a Egipto. En el puesto fronterizo egipcio de Sallum (en el este), varios testigos explicaron que Ajdabiya se convirtió en una ciudad fantasma. "Estamos aterrorizados, es horrible, mi casa ha sido destruida", contó Zainab al Sharif, una estudiante que ya huyó.
En el oeste, los insurgentes aseguraron que aún controlan Misrata, pese a que las fuerzas de Gadafi lanzaron una ofensiva contra la ciudad dejando al menos cuatro muertos y una decena de heridos.
Las autoridades libias reconocieron que los rebeldes habían apresado un petrolero de la Compañía Nacional de Transporte Marítimo (Gnmtc), cargado de combustible ligero, obligándolo a dirigirse a Tobruk, en extremo este del país.
En la frontera con Túnez, militares libios dispararon con armas pesadas hacia el mar, tratando de alcanzar a los rebeldes que trataban de huir con sus familias, explicaron testigos y los guardacostas tunecinos.
La represión del movimiento opositor a Gadafi ha provocado cientos de muertos y más de 280.000 personas se han visto obligadas a huir de la violencia desde el 20 de febrero, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
A todo esto, en el seno de los organismos globales continúan las discusiones sobre las medidas a tomar para evitar un baño de sangre. Las grandes potencias descartaron una intervención militar, pero Francia no parece arrojar la toalla.
La secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, dijo que espera que hoy el Consejo de Seguridad de la ONU decida sobre la zona de exclusión aérea y "otras acciones".
A pesar de esto, anteayer los miembros del G-8 descartaron tal zona de exclusión y pidieron que "el Consejo de Seguridad se pronuncie nuevamente para adoptar una serie de medidas destinadas a incrementar la presión sobre Gadafi", indicó el canciller francés Alain Juppé.