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JORGE SAVIA
La diferencia fue clara. Mal o bien, sin que ninguno tuviera un rendimiento que -supuestamente- nadie esperaba, porque la constante de ambos en la mayor parte del trámite -salvo en algunas jugadas aisladas- fue esa imprecisión en el trato y el manejo de la pelota que últimamente es tan característica del fútbol uruguayo, Nacional "se encontró" de primera; y Peñarol, en cambio, anduvo toda la tarde buscándose a sí mismo, como lo prueban los cambios que fue haciendo Saralegui con el correr de los minutos, sin "encontrarse", independiemente de lo que establece el resultado, que, al fin y al cabo, se plasmó por un factor "ajeno" a ese contraste que hubo ayer entre los dos grandes.
Desde ese punto de partida, y sobre esa base, aún cuando en el segundo tiempo terminó "regalando" el mediocampo y quedó casi acorralado por el empuje de Peñarol, que a partir del comienzo del complemento "se fue jugando" la ropa con cambios ofensivos al ver que la posibilidad de pelear el título se le escapaba de las manos. Nacional se mostró siempre mejor armado; con un arquero tan firme como el de su rival, un zaguero como Victorino que dominó a Bueno por arriba y por abajo, y un par de volantes como "O.J." y Arismendi que, a diferencia de lo que ocurrió con los mediocampistas contrarios, están acostumbrados a jugar juntos desde hace rato.
Es más, esa había sido también la gran diferencia a favor de los tricolores en los 45` iniciales, donde hubo momentos en los que los dos quedaron "partidos al medio" tras sus intentos por llegar al arco adversario, pero al final de esa "zanja" abierta en la zona central de la cancha, el cuadro de Pelusso esperó siempre al de Saralegui con el capitán y el "Mama" plantados por delante de la retaguardia.
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La estructura de Nacional, pues, fue inalterable. Defensivamente sólida e insinuante, a partir de los contragolpes que pudo armar el "vapuleado" Ligüera -¡cómo le pegaron!- y las maniobras que el "Chapita" Blanco insistió en hacer de tres cuartos de cancha hacia adelante en las contadas jugadas de peligro que, por lo general, en el entreverado fútbol uruguayo, se fabrican y presentan en el marco de los clásicos.
Es más, ese esqueleto se vio reforzado, blindado, cuando entró el "pichón de patrón" que es el botija Facundo Píriz -uno que lo vio en la Punta Cup en Maldonado cree poder afirmarlo: ¡qué bien que le queda el 5 en la espalda!- y Nacional ya aguantaba a pie firme, sin pasar mayores zozobras, achicando espacios y recostando la "cola" contra su área.
Peñarol, en cambio, se tuvo que ir armando sobre la marcha. Paulatinamente, como lo establece el trámite, lo fue logrando, claro; pero arriesgando mucho -acierto o error, según se lo mire: queda a gusto del consumidor- porque, con su falta de fútbol oficial a cuestas, y jugando con dos volantes de armado -y no de marca- al lado, a Mozzo le costó un rato largo acomodarse y plantarse, lo que consiguió recién en la segunda parte, y porque para arrancar el segundo tiempo jugando prácticamente con Correa, Bueno y Núñez en franca función atacante, como para después terminar poniendo tres zagueros en el fondo y a Hernández como tercer atacante, tuvo que "sacrificar" a Pacheco, que tuvo que trabajar más retrasado y en función de equipo que en los 45` iniciales, lo que le hizo perder la importancia ofensiva que tuvo en ese lapso.
Así, entonces, por más que estuvieran virtualmente igualados en la circunstancia de equivocarse en el manejo de la pelota muchísimo más de lo adecuado, había una diferencia grande: Nacional tenía las piezas en su lugar, estaba bien plantado; Peñarol, mientras tanto, no tenía todas las piezas en su lugar, como quedó demostrado en el primer tiempo, cuando a pesar de jugar como punta por derecha, Richard Núñez participó y definió las únicas jugadas de peligro que fabricó el ataque aurinegro, justamente por la izquierda, donde jugó en Danubio, la selección, Suiza, España y el fútbol mexicano.
Siempre, entonces, flotó la sensación de que con un pequeño empujoncito a favor, Nacional ganaba; y con el mismo toquecito, pero en contra, Peñarol iba quedar "planchado".
Fue justamente el que le pegó el "Morro" a Alcoba y, vaya uno a saber por qué, antes de sancionar con penal el foul que cometió el zaguero tras ser desestabilizado, Larrionda pasó por alto.
Rodríguez: "Fuimos fuertes en todas las líneas"
"Estoy muy contento porque se jugó, se metió y se ganaron los tres puntos. Hacía mucho tiempo que no jugaba de volante pero creo que anduve bastante bien. El partido fue muy peleado y el que ponía más tenía más posibilidades de llevarse la victoria. Creo que nosotros fuimos más fuertes en todas las líneas y ganamos en forma merecida".
Liguera: "A mi no me gusta hacer humo"
"Merecimos el triunfo. Impusimos actitud dentro del campo, sobre todo en los primeros 25 minutos y eso inclinó el partido para nosotros. Estoy tranquilo, siempre trato de favorecer al equipo con mi juego y no me gusta hacer humo, como otros jugadores. Lo importante es que se ganó merecidamente, ahora no hay que aflojar para quedarnos con el torneo".
Ovación digital
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