El fútbol es una excusa para ser feliz

RICARDO VASCONCELLOS

Para los hispanohablantes que vivimos en Estados Unidos la encuesta anual del diario El País tiene la emoción del reencuentro con nuestras raíces futboleras.

El progreso de la tecnología nos permite seguir hoy los torneos de casi todos los países, lo cual es un estímulo en esta nación gigantesca cuyo impulso deportivo está dominado por el llamado "fútbol americano", el hockey sobre hielo o el béisbol.

Cada fin de año las llamadas de los amigos se multiplican y van más allá de los buenos deseos navideños. Casi todos quieren opinar sobre el mejor futbolista del año en la tradicional encuesta de El País y no incurro en exageración si digo que en la Unión Americana la elección del diario uruguayo tiene más importancia que el Balón de Oro de France Football o el FIFA World Player of the Year. Y es que El País escoge al mejor futbolista, la selección ideal y el mejor director técnico de un sector del planeta donde, a despecho de las distorsiones y desmesuras, aún se mira el fútbol como "una excusa para ser feliz" como dijo alguna vez César Luis Menotti. En la América luso-hispana todavía hay cabida para esos ilusionistas del balón que le dan al fútbol esa hermandad con el arte que sembraron desde hace décadas maestros inolvidables. Esta vez hay casi unanimidad a favor de Andrés D`Alessandro, un heredero de Sívori.